Transcripcione cuarta

Especialistas:

Dr. Oleg A. Zhigankov, Profesor de historia eclesiástica, Zaoksky Theological Seminary, Russia
Dr. Kebede Daka, Historiador e investigador, East Lansing, Michigan
Dr. Michael Mullett, Profesor de Historia, Lancaster University, England
Dr. José Alberto Rodrigues Da Silva Tavim, Centro de estudios sobre África y Asia, ITSR, Lisbon, Portugal
Dr. Gordon L. Isaac, Profesor de historia eclesiástica, Gordon Conwell Seminary, S. Hamilton, Massachusetts
Dr. John O’Malley, Profesor de historia eclesiástica, Weston Jesuit Theological Seminary, Cambridge, Massachusetts
Dr. Dennis Martin, Profesor de teología, Loyola Univeristy, Chicago, Illinois
Dr. John D. Roth, Profesor de historia, University of Goshen, Goshen, Indiana
Dr. Calvin Pater, Profesor de historia eclesiástica, University of Toronto, Canada
Dr. Richard Muller, Ex-profesor de teología, University of Middle East, Lebanon
Dr. Daniel Liechty, Autor de Sabbatarianism in the Sixteenth Century
Mg. Janet M. Thorngate, Presidenta de la Sociedad histórica de los Bautistas del Séptimo Día
Dr. Bryan W. Ball, Autor de The Seventh Day Men


ÒIvan KuritsinÓ

Soy Iván Kuritsin. ¡Oh, cuánto valor necesito para morir una muerte noble! Moriré por mi fe, por la verdad que amé. Moriré por lo que creí y enseñé conforme a las Sagradas Escrituras, el Antiguo y el Nuevo Testamento. Moriré por haber observado el séptimo día de la semana como el santo sábado de Dios.

¿Cómo llegué a esta situación, a esta muerte de hoguera? ¡Cuánta esperanza tenía! Yo anhelaba que toda la iglesia rusa fuese reformada, que la verdad pura del Evangelio fuese revivificada. Pero, hoy todo se acaba.

Ahí está Iván Tercero. No podía perderse esto. Antes era nuestro amigo. ¿Qué estará pensando hoy? Allí veo a Elena y a Dimitry. Los subbotniks o guardadores del sábado, como yo. La propia nuera del zar y su nieto. ¿Qué será de ellos? ¿Los quemarán también? ¡Ah! ¡Sofía! Humm. Hoy se sentirá feliz. Se nos opuso desde el mismo principio.

Gennady, el arzobispo de Novgorod. Nada le hubiera detenido. Esto es lo que siempre quiso ver, la hoguera. Dice que nos hemos desviado de Cristo y que nos hemos convertido en judíos. Pero yo soy cristiano, y muero hoy por amor a Cristo y a su Palabra.

Frank Gonz‡lez

Esas horribles hogueras ardieron en Moscú, hace quinientos años. Marcaron el fin de la Reforma Rusa del siglo XV, una reforma caracterizada por su énfasis en la observancia del sábado, el reposo del séptimo día.

Hola, les habla Frank González para darles la bienvenida a la Parte IV de Un santuario en el tiempo.

El hombre en la jaula, Iván Kuritsin, era un prominente teólogo ruso, y un líder de la sublevación religiosa que los historiadores llaman el Movimiento Novgorod-Moscú. El zar, Iván el Grande, halló este movimiento ya bien establecido en Novgorod, cuando se apoderó de la ciudad en torno a 1480. El movimiento pudo haber tenido sus raíces espirituales en las enseñanzas de los Estrigóniks, reformadores del siglo anterior que guardaban el sábado.

Iván descubrió que dos sacerdotes rusos ortodoxos se hallaban en el centro del movimiento en Novgorod. Los llevó a Moscú. El Dr. Oleg Zhigankov explica:

Oleg Zhigankov

La razón por qué Iván los llevó a esos dos sacerdotes, Denis y Aleksy, de Novgorod a Moscú, fue porque él mismo simpatizaba con los puntos de vista de los reformadores. Allí, los instaló como sacerdotes de las dos catedrales más importantes de Moscú, la de Arcangelski y la de Armenia. Esas catedrales todavía son las más importantes de Rusia.

Frank Gonz‡lez

Pero el zar no era el único que favorecía la reforma. El Movimiento Novgorod-Moscú alcanzó a los más altos niveles del gobierno que incluía gente del círculo íntimo del zar.

Toda la historia parece una novela gótica. Por una parte está Elena Stefanovna, la nuera enviudada del zar, una Subbotnik, es decir, una guardadora del sábado. Por otra parte, está Sofía, la segunda esposa del zar, princesa griega por nacimiento. Creció en Italia bajo la influencia de los dirigentes católicos, quienes esperaban que su matrimonio con el zar acercara a los rusos a la Iglesia de Roma. Pero Sofía acabó adoptando la religión rusa ortodoxa. Así, el zar Iván se vio atrapado entre estas dos mujeres, ambas con gran influencia sobre él y su corte; ¡pero las dos en lados opuestos en la controversia religiosa!

¡Pero la trama se complica más! Al hijo de Elena, Dimitry, el nieto de Iván, le toca ser el próximo zar. Y Dimitry, igual que su madre, apoya a los reformadores que guardan el sábado. Luego, Sofía, la segunda esposa del zar, le dio un hijo llamado Vasily. Ella quiere que su hijo le suceda a Iván. Siendo de férrea voluntad, ella está dispuesta a todo con tal de lograr su propósito.

El aliado más poderoso de Sofía es Gennady, el arzobispo ortodoxo de Novgorod. Gennady es un celoso y fanático enemigo de los reformadores que guardan el sábado. Él aplica medidas extremas. Escuchen esto:

Oleg Zhigankov

En algunas cartas que escribió al zar de Rusia, Gennady expresaba admiración por los métodos de la Inquisición española, e insistía en que la Iglesia Ortodoxa y el Estado aplicaran esos métodos contra el movimiento de los Subbotniks rusos.

Frank Gonz‡lez

Los dirigentes rusos ortodoxos llevaron a cabo el Concilio de Moscú y condenaron a los reformadores como herejes. La sentencia del Concilio detalla los cargos:

Anunciador

“...algunos de ustedes blasfemaron contra muchas imágenes sagradas, otros de ustedes cortaron las sagradas imágenes y las quemaron. Y todos ustedes han honrado el sábado más que el Día de la Resurrección de Cristo” ( Concilio de Moscú, 1490 ).[1]

Frank Gonz‡lez

Ahora, desde luego, el Día de Resurrección es el domingo, el primer día de la semana. El Concilio acusó a esos reformadores de honrar el séptimo día, sábado, más que el primer día, domingo. Eso unificó más el movimiento.

El Concilio de Moscú marcó el fin del Movimiento de Novgorod-Moscú, el cual acabó en las llamas de la Plaza Roja. A Elena Stefanovna y a su hijo Dimitry se les retiró la protección. No se sabe cuál fue su suerte. El zar Iván Tercero murió y Vasily el hijo de Sofía reinó en su lugar, tal como su madre quería.

Cap’tulo 2: La crisis del s‡bado en Etiop’a

Frank Gonz‡lez

A principios del siglo XVI, el reino musulmán de Adal atacó el imperio cristiano de Etiopía. Se trataba de la jihad, una guerra santa musulmana, apoyada por los poderosos Turcos Otomanos. Dominó vastas regiones del país, aplastando a las fuerzas etíopes.

Desesperado, el emperador pidió ayuda a Portugal. Pasaron largos y difíciles años, hasta que en 1541 llegaron tropas portuguesas a la costa de la actual Eritrea. Christovão da Gama, hijo del famoso navegante Vasco da Gama, iba al mando de una banda de 400 mosqueteros. Su misión era rescatar la Etiopía Cristiana.[2]Fue un esfuerzo costoso. En la primera batalla, los portugueses sufrieron grandes pérdidas. El mismo da Gama fue capturado y decapitado por el comandante musulmán.[3]

Por fortuna, con la ayuda de la fuerza portuguesa sobreviviente, el emperador Galawdewos rechazó a los invasores en 1543, acabando con la amenaza musulmana.[4] Pero pocos años más tarde, surgió una nueva amenaza para el cristianismo en Etiopía cuando los misioneros jesuitas llegaron tras las tropas portuguesas. Arrostrando privaciones, tortura y muerte en el continente africano, esos jesuitas se dedicaron a llevar a la iglesia etíope al redil católico romano.

Pero había grandes diferencias entre la Iglesia Ortodoxa Etíope y la Iglesia Católica Romana, no siendo el menos de ellos el hecho de que los etíopes observaban el reposo del séptimo día; una práctica que databa de por lo menos mil años antes.

Los misioneros jesuitas persistieron. Por fin, el emperador Susenyos abrazó la religión católica y profesó su adhesión al papa. En 1622 proclamó el catolicismo como la religión oficial de su imperio.[5] Alfonso MŽndez,[6] un sacerdote jesuita, llegó al África como el nuevo patriarca de la Iglesia Etíope. Estaba ansioso de borrar las tradiciones de la Iglesia Etíope, especialmente el descanso del sábado. Urgido por Méndez, el emperador Susenyos, mediante una proclamación, exigió que su pueblo trabajara en sábado, profanando así el día santo.[7] Result— ser un grave error.

Kebede Daka

Los clérigos y laicos, todos se volvieron en contra de él. No aceptaron su proclamación. Únicamente los nobles, el rey y sus cortesanos de palacio, eran los únicos que guardaban la fe romana.

Frank Gonz‡lez

Por todo el territorio se levantó una violenta ola de protestas. Las gentes se rebelaron, rehusando abandonar su religión tradicional. Susenyos vio que sus buenas intenciones habían provocado una amarga guerra civil. Hubo miles de bajas. Pero desde el caos y el derramamiento de sangre, se oyó la voz de la razón.

Kebede Daka

Facilidas, uno de los hijos de Susenyos, habló a su padre diciendo: “Mira, cuánta gente has matado. ¿A cuántos más vas a matar todavía? No son paganos, ni son musulmanes. Es nuestra gente, algunos de ellos son tus propios parientes”. Y así, convenció a su padre del error que cometía.

Finalmente, Susenyos promulgó otro edicto, diciendo: “Cuando acepté la fe romana, creí que eso era bueno para el pueblo. Pero ahora, hasta los campesinos ignorantes eligen morir por preservar su tradición, antes que aceptar la nueva fe. Por lo tanto, abdicaré y entregaré mi reino a mi hijo Facilidas. De ahora en adelante, dijo, ustedes son libres de adorar como quieran, en sus iglesias, en sus comunidades; están libres.”

Frank Gonz‡lez

Aun hoy, la observancia del sábado, junto con el domingo, es común en Etiopía, la nación con la historia más antigua de la observancia del sábado cristiano.

Cap’tulo 3: La inquisici—n

Frank Gonz‡lez

Imagínese: Una mañana despierta usted sobresaltado por las policías que tocan a su puerta. Le ponen esposas, lo meten a un carro policial y lo llevan a la cárcel sin decirle por qué. Además, confiscan todas sus pertenencias y le quitan los ahorros de toda su vida.

Usted pasa meses en una celda solitaria, preguntándose por qué lo han encarcelado. De vez en cuando los guardias lo sacan para ser interrogado por los detectives, pero el proceso es muy extraño. Ellos quieren que usted les diga por qué ha sido arrestado. Le dicen que hay siete u ocho testigos en contra suya, pero no dicen quiénes son. Ellos quieren que usted también adivine eso. A veces lo someten a torturas. Usted trata de imaginar quién lo habrá acusado, de cualesquiera crímenes que se suponga que usted haya cometido, y luego comienza a decir nombres, esperando que sean los que ellos quieren. A veces prometen que lo van a soltar, pero sólo si coopera. En último caso, usted comienza a inventar cosas, y confiesa crímenes que nunca cometió, esperando satisfacerlos. Después de un año, más o menos, lo llevan a la corte, junto con otros prisioneros, para oír la sentencia. A algunos de ellos se les asignan sentencias leves. A otros se los condena a cadena perpetua. A otros aún, se los aplica la pena capital. ¿Qué le tocará a usted?

Quizás esta descripción le provea un atisbo de lo que significaba vivir bajo la infame Inquisición, esquema diabólico concebido para identificar y eliminar a los disidentes religiosos.

Michael Mullett

La Inquisición europea en la Edad Media, tenía su propia lógica, su propia justificación. La primera justificación era que esta vida es mucho menos importante que la vida venidera. Y por tanto, si se quitaba la vida terrenal de una persona, por causa de su alma inmortal, se le hacía un favor a dicha persona. La otra lógica de la Inquisición, sea también dicha, no era tanto el dar sentencias de muerte, normalmente en hoguera, sino rescatar al individuo persuadiéndolo a volver al seno de la santa iglesia madre.

Frank Gonz‡lez

El Papa Gregorio IX estableció la Inquisición medieval en el año 1231[8] para proteger el mundo católico de los herejes y religiosos rebeldes. La Inquisición era una operación muy bien organizada, y combinaba los poderes de la iglesia y del estado. Era un arma letal, que ¡daba resultado!

Cap’tulo 4: Espa–a, centro de intolerancia

Frank Gonz‡lez

En 1469, el casamiento de Fernando e Isabel unió los reinos de Castilla y Aragón en el reino unido de España. Estos mismos reyes son los que en 1492 mandaron a Cristóbal Colón en su viaje de descubrimiento. Dichos reyes eran católicos militantes. De hecho, se los llama “los reyes católicos”, pero tenían que reconocer que su España no era tan católica como ellos querían que fuese.

Es que una o dos generaciones antes, a los judíos de España se los había obligado a convertirse al catolicismo bajo amenaza de deportación y confiscación de bienes. A esos convertidos por fuerza se los llamaban “Cristianos Nuevos”; y el apodo perduró. Habían sido bautizados como católicos, pero algunos, quizá muchos de ellos retuvieron algunas costumbres judías tradicionales, como la observancia del reposo del séptimo día. Para la reina Isabel eso era una seria profanación de la verdadera religión católica. Así, en 1478 persuadió al papa a que autorizara la Inquisición española.[9]Ella quería purgar su iglesia de toda contaminación de herejía judía.

Michael Mullett

En España y Portugal, la Inquisición dedicó gran parte de su energía y atención a identificar y desarraigar a los que en apariencia eran católicos pero que en la práctica todavía se aferraban al judaísmo.

Frank Gonz‡lez

Algunos de los “Cristianos Nuevos” seguían la costumbre judía de encender una vela especial a la puesta del sol el viernes, cuando, según el Antiguo Testamento, comenzaba el sábado. Para los inquisidores, esta costumbre de encender las velas del sábado era evidencia condenatoria.[10]

El poder de la Inquisición era sutil e insidioso. Los inquisidores urgían a la gente a espiar a sus amigos, a sus vecinos, aún a miembros de su propia familia. Usaban amenazas y torturas para obligar a la gente a proveer las evidencias que necesitaban. A los herejes recalcitrantes y a los que reincidían se les aplicaban las medidas más extremas. Se los entregaba a las autoridades seculares para que los castigaran. A algunos se los quemaba en efigie. A otros, se los quemaba en persona, en la hoguera.

La Inquisición Española extendió sus redes, y atrapó en ellas a otros, además de los judíos convertidos. La Iglesia Católica Romana incluía a ex-musulmanes. Los inquisidores sospechaban que esos creyentes practicaban secretamente el islamismo. Y, desde luego, había que proteger a España de la controversia religiosa que comenzaba a azotar al resto de Europa. De eso también se ocupó la Inquisición.

ÒConstantinoÓ

Soy Constantino. Oh Dios, ¿me puedes oír? ¿No hay crueles paganos, caníbales sanguinarios peores que las bestias destructoras, a quienes puedes entregarme, a fin de escapar de estos bárbaros inhumanos que me mantienen en este foso? ¿Por qué estoy aquí? ¿Por causa de la verdad? ¿Por causa del sábado? He guardado tu Palabra. La he enseñado fielmente. ¿He de morir aquí, en este foso?

Frank Gonz‡lez

El Dr. Constantino Ponce de la Fuente era un predicador muy popular y escritor talentoso. Viajó por casi toda Europa como capellán de la corte imperial.[11]

Sus compañeros lo tenían en tal estima que fue elegido canónigo magisterial de la gran catedral de Sevilla, una enorme estructura gótica considerada hoy como la catedral más grande del mundo. Cuando Constantino predicaba, grandes multitudes se juntaban para escuchar sus sermones.

Pero el Dr. Constantino era un reformador, papel muy peligroso para desempeñarlo en Sevilla, el corazón mismo de la Inquisición española. Fue aquí donde Constantino y algunos de sus colegas adoptaron ciertas creencias no católicas. Mientras desempeñaba el cargo más alto en la gran catedral, él y sus amigos formaron, lo que llamaron, “la Iglesia Cristiana Secreta”.[12]

Constantino creía que los cristianos debieran obedecer los Diez Mandamientos, y que esa obediencia era posible cuando la gracia de Dios obraba en la vida del cristiano.[13] En su opinión, obedecer el Decálogo incluía el reposo del séptimo día.[14]

Anunciador

“Comprendiendo la naturaleza humana y cuán fácil es que los seres humanos se olviden de él... Dios estableció un día específico para que le fuera ofrecido como diezmo, en el cual los hombres, aliviados de otras tareas reconocieran, tanto en su interior como en su conducta externa, al Señor que los creó” (Constantino Ponce de la Fuente).[15]

Frank Gonz‡lez

Los miembros de la recién formada Compañía de Jesús –los jesuitas— sospecharon de Constantino al escuchar sus sermones.[16]En repetidas ocasiones la Inquisición lo llamó para que explicara sus enseñanzas. Sus amigos se preocuparon, pero él les decía: “Ellos quieren quemarme, pero ven que estoy todavía muy verde”.[17]

Los oficiales de la Inquisición por fin lo arrestaron en agosto de 1558, y lo llevaron a la prisión inquisitorial, cerca de Sevilla.[18] Aislado de sus amigos, de su seguidores y de las multitudes que habían llenado la catedral, Constantino Ponce de la Fuente pasó sus últimos días sufriendo en una deplorable trampa mortal. No hubo público que escuchara sus palabras finales cuando murió en febrero de 1560, una víctima más de la Inquisición Española.[19]

Cap’tulo 5: Goa – un reino de terror

Frank Gonz‡lez

A fines del siglo XV, Vasco da Gama había navegado por el extremo sur de África hasta la India, abriendo la ruta marítima desde la costa atlántica de Europa hasta el Oriente.[20] El gobierno portugués rápidamente se adjudicó derechos sobre ciertas porciones claves de la India. Era un nuevo mundo de oportunidades. Más tarde, muchos “Nuevos Cristianos” emigraron allá, esperando hallar una nueva vida lejos de los inquisidores.

Jose Tavim

Los conversos o más exactamente en portugués “os Novos Cristãos”, abandonaron Portugal con destino a la India principalmente en los años 1530 y 1540, mayormente por razones religiosas.

Frank Gonz‡lez

En 1542, Francisco Javier, uno de los primeros misioneros jesuitas, llegó a Goa, en la costa occidental de la India. Su propósito era evangelizar a los pueblos orientales.[21] Pronto descubrió problemas entre la creciente población católica de la región.

Jose Tavim

San Francisco Javier escribió una carta a sus compañeros sacerdotes, los jesuitas, diciendo que se debiera establecer la Inquisición en el Oriente porque allí había algunos que pretendían ser católicos, pero interiormente eran judíos o musulmanes.

Frank Gonz‡lez

Javier murió en 1552, pero su pedido por una Inquisición en el Oriente no murió con él. En 1560 la Inquisición portuguesa llegó a la India, y se estableció en Goa.[22] Persiguió específicamente a los cristianos que rehusaban trabajar en el día sábado, y que observaban el reposo desde el viernes a la puesta del sol, como enseñaba la Biblia.[23]

Jose Tavim

Obviamente la mayoría de los acusados era de origen judío. La excepción era la gente del Oriente que no tenía raíces judías pero que aún así observaba el sábado.

Frank Gonz‡lez

Puede ser que esos guardadores del sábado que no procedían del judaísmo sean una evidencia de que había cristianos hindúes que habían observado el sábado durante siglos, cuyas costumbres sabáticas se remontaban a las primeras iglesias cristianas establecidas en la India. Esos creyentes locales no eran siquiera católicos, ni podían ser llamados “Nuevos Cristianos”. Pero ese hecho no los protegió del largo alcance de la Inquisición de Goa.

ÒDellonÓ

Soy Carlos Dellon, médico y ciudadano francés. ¿Por qué estoy aquí, prisionero de la Inquisición? He sido acusado falsamente y detenido sin razón válida. Las acusaciones en mi contra son inventos de mis enemigos. Yo no soy hereje. Sin embargo, he perdido la esperanza de salir de aquí. Mi único escape es la muerte. He tratado de suicidarme más de una vez. Quieren que confiese, pero ¿confesar qué? He confesado una y otra vez, pero quieren más. Por lo menos, no soy uno de los Cristianos Nuevos, a quienes ellos realmente persiguen. Y yo... en realidad no soy afortunado. Estoy aquí, atrapado aquí, como ellos, y mi fin es tan incierto como el suyo.

Frank Gonz‡lez

Sabemos detalles del caso de Carlos Dellon porque más tarde él lo detalló por escrito. Acusado sólo de ofensas triviales, lo mantuvieron preso por dos largos años antes de su juicio. Sus jueces lo expulsaron para siempre de la India y lo sentenciaron a cinco años de trabajos forzados en los astilleros de Lisboa.[24]

Tuvo más suerte que muchos. Sus amigos franceses intervinieron en su favor y el Inquisidor General le concedió libertad antes que se cumpliera el plazo. En 1677 volvió sano a Francia,[25] donde comenzó a escribir acerca de su pesadilla como víctima de la Inquisición. En su relato dice que la mayoría de los muertos en la hoguera por judaizar no eran judíos, sino cristianos que guardaban el sábado.

Anunciador

“De cien personas condenadas a la hoguera por su judaísmo, hay apenas cuatro que a su muerte profesaban esa fe; los demás gritan y protestan hasta su último suspiro diciendo que son cristianos y lo han sido toda la vida.”[26]

Frank Gonz‡lez

En 1684, Carlos Dellon publicó su Relato de la Inquisición en Goa.[27] El libro revela los operativos de la Inquisición Portuguesa desde el punto de vista de la víctima, según se lee, y no es un cuadro bonito.

Capitulo 6: Sola Scriptura

Frank Gonz‡lez

Cuando Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la catedral de Wittenberg, no tenía la intención de voltear el mundo cristiano al revés. Sólo quería ver algunos cambios en la Iglesia Católica Romana, su iglesia. Pero Lutero encendió un fuego que no se pudo apagar. Lo conocemos como la Reforma Protestante, que enfatizaba un nuevo grado de confianza en las Sagradas Escrituras.

Gordon Isaac

Lutero consideraba que la Palabra de Dios era el mayor tesoro recibido por la humanidad. Él quería que la Biblia fuese traducida al vernacular, de modo que la gente común pudiera leer las Escrituras y beneficiarse de sus enseñanzas.

Frank Gonz‡lez

Para Lutero y sus colegas, la Biblia era central. Era la norma de la verdad y el fundamento de toda doctrina. Su santo y seña era la “sola scriptura”, es decir, ¡Las Escrituras y nada más!

Gordon Isaac

Para Lutero, la Biblia era la única autoridad de toda fe y práctica. Eso puso en tela de juicio la tradición de la iglesia. Expresándolo de otra manera: La Biblia es la regla exacta con la cual se debe medir la tradición.

Frank Gonz‡lez

La Reforma protestante fue un movimiento de protesta contra la institución católica y sus enseñanzas. El resultado fue la proliferación de iglesias y denominaciones que vemos hoy. Los resultados podrían haber sido distintos si la Iglesia Católica hubiera convocado un concilio para considerar los temas expuestos por los reformadores. Pero los primeros pedidos en pro de un concilio cayeron en oídos sordos. El Dr. John O’Malley, un historiador jesuita, nos dice por qué:

John OÕMalley

Clemente VII fue papa desde 1523 hasta 1534 y no quería convocar un concilio, porque temía que éste lo depusiera. Quizás era un temor irracional de su parte; sin embargo, eran temores íntimos que le pesaban en la mente.

Frank Gonz‡lez

El papa no era el único que no quería un concilio. El rey de Francia también se opuso por razones estrictamente políticas, y el rey de Inglaterra se declaró también en contra.

La presión en demanda de un concilio aumentó hasta que finalmente en 1545 los dirigentes católicos viajaron a la ciudad de Trento, ubicada al pie de los Alpes en el norte de Italia. Durante los siguientes 18 años el Concilio de Trento deliberó sobre los temas más críticos que la Iglesia Católica afrontara hasta entonces.

John OÕMalley

El primer punto que el concilio debió resolver era lo que se puede llamar el problema de la autoridad, esto es, la Biblia versus la función de las tradiciones.

Frank Gonz‡lez

Gaspar de Fosso, arzobispo de Reggio Calabria, afirmó la posición establecida de la iglesia al denunciar a los protestantes que rechazaban la supremacía católica:

ÒGaspare de FossoÓ

“Los herejes de esta época están tratando de derribar la autoridad de la iglesia. Pretenden hacer de las Sagradas Escrituras el fundamento de su fe. Pero es la iglesia, después de todo, la que tiene autoridad sobre las Escrituras. Es la iglesia la que nos señala las Escrituras y declara su origen divino, y nos las explica fielmente cuando son difíciles de entender”.[28]

Michael Mullett

El Concilio de Trento declaró que la autoridad de la iglesia descansa sobre dos columnas; no sólo en las Escrituras, sino en las Escrituras y en lo que el concilio llamó Tradición. Es la autoridad descendida, la fe provista por los apóstoles, el pilar que está a la par de las Escrituras para sustentar la autoridad magisterial de la Iglesia Católica.

John O'Malley

El Decreto de Trento, en este punto de la autoridad, comienza diciendo que la fe de la iglesia y la práctica de la iglesia se basan en la enseñanza y predicación de Cristo y los apóstoles. Y esto ha llegado a nosotros en dos formas: la tradición escrita, como es el caso de las Sagradas Escrituras, y las tradiciones orales que se remontan a la época de los apóstoles.

Dennis Martin

El punto de vista católico era que Cristo mismo estableció la estructura de la iglesia, centrado en los obispos. De modo que cuando los obispos afrontaban una disputa acerca de la interpretación de las Escrituras, no podían simplemente decidir como les pareciera, sino que debían tomar en cuenta las decisiones de los obispos y concilios que se habían acumulado a través de los siglos. Ésa era la tradición: el lente a través del cual los obispos interpretaban Las Escrituras.

Frank Gonz‡lez

Ésta es una posición fundamental que todavía separa la Iglesia de Roma de la mayor parte del mundo protestante. Al confirmar la autoridad de la tradición oral, los obispos del concilio validaron muchas doctrinas y costumbres que no eran bíblicas.

John O'Malley

En ese decreto del Concilio no se mencionó ninguna. Pero, por las discusiones vertidas sabemos que las tradiciones que les inquietaban a los obispos eran, por ejemplo, el bautismo de los recién nacidos. ¿Dónde se halla eso en la Biblia? Sin embargo, era una práctica establecida en la cristiandad. El credo de que Cristo descendió al infierno; no hay nada claro dónde se halle eso en el Nuevo Testamento. ¿Y eso de observar el domingo? No se encuentra en el Nuevo Testamento. ¿Y qué del Credo del Apóstol? Ahora sabemos que no vino desde el tiempo de los apóstoles, aunque los del Concilio de Trento creían que sí. Esos son algunos ejemplos de la tradición que les preocupaban a los del Concilio y sentían que no podían optar por basarse únicamente en la Biblia.

Frank Gonz‡lez

¿Cómo entonces pudo haberse cambiado el día de adoración, del sábado al domingo? Para los obispos católicos en el Concilio de Trento, la respuesta estaba clara.

ÒGaspare de FossoÓ

“El sábado, el día más glorioso de la ley, ha sido cambiado por el día del Señor. Esto no ha sido hecho por mandato de Cristo, sino por la autoridad de la iglesia”.[29]

Capitulo 7: Los anabaptistas

Frank Gonz‡lez

Anabaptista; es un nombre que conmocionó a católicos y protestantes en el siglo XVI. Se aplicaba a quienes no creían en el bautismo de bebés, que era una práctica general entre los cristianos de ese tiempo. Los anabaptistas creían que el bautismo era sólo para los adultos que comprendían y aceptaban el mensaje del evangelio.

John Roth

Desde el mismo comienzo del Movimiento Anabaptista en 1525, tanto las autoridades católicas como protestantes lo consideraban una amenaza al orden civil del estado.

Frank Gonz‡lez

Los anabaptistas negaban que la iglesia y el estado tuvieran autoridad alguna sobre la conciencia. Enseñaban que la gente común podía comprender la Biblia por sí misma sin necesidad de que la iglesia se la interpretara. Además, la única iglesia verdadera era la de Jesús y los apóstoles descrita en el Nuevo Testamento. Este parecer era muy distinto de la manera católica de ver las cosas, y mucho más radical que el de la mayoría de los protestantes.

John Roth

Los anabaptistas definían su movimiento renovador como un intento de restaurar la verdadera iglesia, basada en las enseñanzas de Cristo en el Evangelio y en el modelo de la iglesia primitiva como se describe en el libro de Los Hechos.

Frank Gonz‡lez

Algunos historiadores consideran que Andrés Bodenstein von Carlstadt fue el precursor del movimiento anabaptista. Al comienzo era amigo y colega de Martín Lutero, pero su amistad deterioró debido a diferencias teológicas.

Calvin Pater

Ambos creían que era necesario usar las Escrituras. Según Lutero, se podía agregar cualquiera cosa que no contradijera a las Escrituras. Según Carlstadt, no se debía añadir nada a las Sagradas Escrituras.

Frank Gonz‡lez

De modo que Lutero aceptaba toda cosa que la Biblia no rechazara o prohibiera específicamente. Carlstadt, por su parte, aceptaba solamente lo que la Biblia enseñaba específicamente, y nada más. El estudio de la Biblia lo llevó a Carlstadt a aceptar el sábado bíblico y su significado espiritual. Esto es lo que dijo:

Anunciador

“Guardar el sábado tiene doble objetivo: En obediencia a Dios debemos descansar en paz y orar a Dios en procura de la santidad, y esperar recibirla. [. . .] Este reposo se efectúa cuando el hombre reconoce que la fuente de toda santidad es Cristo, y que debemos ser santos como Dios es santo” (Andrés Bodenstein von Carlstadt, siglo XVI).[30]

Richard Muller

...cuando habla del sábado, tiene en mente una especie de reposo interno, en contraposición u oposición al reposo externo. Está más interesado en el sábado interno, que significa el descanso de Dios internamente. Podría llamarse una santificación interior. Eso es su mayor interés. El reposo externo debiera ayudar a que se logre ese reposo interno.

Frank Gonz‡lez

A diferencia de Carlstadt, Lutero y otros reformadores generalmente concordaban en que el sábado de la Biblia no tenía importancia para los cristianos. En cambio, promovían el domingo, no como reposo, sino como celebración de la resurrección de Cristo.

Carlstadt creía que la observancia del domingo era un invento puramente humano. No estaba solo al pensar así. Dos predicadores anabaptistas, Osvaldo Glaidt y Andrés Fischer, adoptaron una posición similar.

Daniel Liechty

Cuando leyeron la Biblia del principio al fin, no vieron ningún precedente, ninguna autoridad para que este cambio sucediera de la adoración en el día sábado a la adoración en el día domingo.

Frank Gonz‡lez

Ni Glaidt ni Fischer morirían de muerte natural. Glaidt terminó arrestado, llevado a Viena, encarcelado, torturado y por fin ahogado en el Danubio, un destino típico para un anabaptista.[31] La historia de Fischer es un poco distinta.

Daniel Liechty

En 1529, Andrés Fischer y su esposa estuvieron en Eslovaquia predicando entre los mineros;[32] por lo que fueron arrestados y llevados al castillo de Tschitschva donde, habiendo sido arrestados en mayo, se los mantuvo en una mazmorra hasta agosto, cuando se le hizo algún tipo de juicio. Ambos fueron condenados a muerte, la esposa a ser ahogada, y Andrés Fischer a ser ahorcado.[33] Entonces sacaron a la esposa de la cárcel y la ahogaron.[34]

Frank Gonz‡lez

En la ejecución de Andrés Fischer sucedió algo insólito. Lo colgaron del muro de la torre del castillo. Al parecer, quedó colgado de la cuerda durante horas, pero no murió. Quizá la cuerda se rompió, o sus amigos la cortaron. El registro de lo sucedido no está claro. Lo que sí está claro es que Andrés Fischer sobrevivió.[35]

Daniel Liechty

Después de escapar misteriosamente, o milagrosamente, de la ejecución, Fischer trabajó otros diez años como pastor itinerante. Estuvo en Moravia, en Bohemia y en Eslovaquia, y parece haber viajado haciendo un circuito, durante los siguientes diez años.

Frank Gonz‡lez

En 1540 Andrés Fischer fue capturado y arrastrado al castillo de Krasnahorka, en el actual sur de Eslovaquia. Esta vez no hubo juicio ni escape, ni sobreviviente.[36]

Resulta que muchos guardaron el sábado del séptimo día durante los siglos XV, XVI y XVII. Ya hemos mencionado Rusia, Etiopía, España, India, Silesia, Eslovaquia y Transilvania. Y eso no es todo. Los registros del Concilio eclesiástico de la ciudad noruega de Bergen, celebrado en 1435, muestran que en Noruega se observaba el sábado.

Y es en Inglaterra donde tenemos el ejemplo más claro. El rey Enrique VIII separó todo el sistema eclesiástico de la Iglesia Católica Romana. Tomó control de catedrales, monasterios y conventos. Tomó control de la jerarquía eclesiástica de todo nivel. Al tomar control de todo, creó una iglesia nacional protestante, la Iglesia Anglicana.

Cap’tulo 8: Los hombres del sŽptimo d’a.

Frank Gonz‡lez

Ocho personas murieron y muchos resultaron heridos cuando se desplomó una tribuna en Paris Gardens, cerca de Londres, en enero de 1583. Era un domingo de tarde, y una multitud se había congregado para presenciar un espectáculo de tortura a un oso. Esos espectáculos eran crueles, horribles e inhumanos, cuando la gente aplaudía mientras una jauría de feroces mastines atacaba a osos encadenados. Ese tipo de diversiones era popular en la Inglaterra del siglo XVI, y la misma reina Elizabeth era aficionada a ello.[37]

¿Sería la tragedia de Paris Garden una señal de la ira de Dios contra una sociedad que profanaba el día de reposo? Eso era lo que pensaban los predicadores puritanos.[38]

Janet Thorngate

Los puritanos de la Iglesia de Inglaterra eran los que deseaban eliminar de la iglesia las prácticas y creencias que eran inconsistentes con las Escrituras. La Biblia en inglés ya estaba disponible a la gente, y era fácil cerciorarse que existían discrepancias. Decían: ¿Por qué estamos haciendo esto si la Biblia dice que hagamos lo otro? Se llamaban puritanos porque querían purificar la iglesia.

Frank Gonz‡lez

La Iglesia de Inglaterra, la Iglesia Anglicana, era muy parecida a la Iglesia Católica Romana. Hubo una reforma teológica, pero perduraron muchas formas y sustancias católicas romanas. Según los puritanos, no se había realizado suficiente reforma en Inglaterra. De manera que los puritanos exclamaron contra los quebrantadores del sábado, los jugadores y los amantes del teatro. Debe haber sido una ardua batalla contra William Shakespeare y el estreno de sus famosas obras teatrales.

La Iglesia Anglicana y la monarquía se opusieron a la idea puritana de observar estrictamente el sábado. En 1618 el rey Jacobo I—el mismo de la Biblia del Rey Jacobo—publicó el Libro de Deportes y ordenó que los predicadores lo leyeran desde los púlpitos. Muchos pastores puritanos rehusaron. Se sintieron muy molestos porque el libro del rey apoyaba los deportes seculares en el día del Señor.[39]

Notemos un punto interesante: En realidad este clamor puritano por una reforma del día de reposo no tenía nada que ver con el sábado. Era más bien acerca de la observancia más estricta del domingo. Sin embargo, hubo algunos que abogaban por una verdadera reforma del sábado, un retorno al sábado de la Biblia. Ellos fueron conocidos como los Hombres del séptimo día.

Bryan Ball

El movimiento del sábado en Inglaterra fue mayormente un resultado espontáneo del estudio de las Sagradas Escrituras y de la creciente convicción de la observancia obligatoria del cuarto mandamiento, el cual requiere la santificación del séptimo día en vez del primer día.

Frank Gonz‡lez

Uno de los primeros héroes entre los Hombres del séptimo día fue una mujer, Dorotea Traske. Su esposo, Juan Traske, era un celoso puritano que fue arrestado en 1617 por exhortar al pueblo a santificar el séptimo día. Se retractó de sus opiniones sobre el sábado para evitar la prisión perpetua,[40]pero Dorotea tenía más fibra. Fue encarcelada por sus creencias sobre el sábado y permaneció así hasta el día de su muerte.[41]

En 1628 un clérigo anglicano llamado Teófilo Brabourne publicó el primer libro en inglés que llamaba a la observancia del reposo del séptimo día.[42]Su libro acerca del sábado puso las bases teológicas para un movimiento que, de una u otra forma, ha continuado hasta el siglo XXI.

ÒBrabourneÓ

El asunto está claro. No se requiere otra cosa sino nuestro propio registro de días y semanas para terminar con la discusión. Es el séptimo día, el sábado de la creación, el que tenemos que guardar santo. Si ustedes me muestran en la Biblia que hay otro séptimo día fuera de aquel que llamamos sábado, el último día de la semana, entonces yo podría pensar que el Cuarto Mandamiento se refiere a otro séptimo día que el que conocemos.[43]

Frank Gonz‡lez

Para Brabourne, la base de los argumentos relativos al sábado era la autoridad suprema de la Biblia. Insistía que el sábado era el séptimo día de la semana, establecido por Dios en la Creación, el mismo séptimo día del Decálogo.

ÒBrabourneÓ

No importa si ustedes guardan como reposo el sábado, el domingo o el lunes... pero si queremos mostrar respeto a Dios y a su Palabra, ofrezcámosle el día que él escogió, y no otro...[44]

Frank Gonz‡lez

Él tiene mucha razón. En 1660 Brabourne publicó un panfleto en el cual dice que la cuestión del sábado y domingo era la gran controversia en ese tiempo en la Iglesia de Inglaterra. Su gran esperanza era que toda la Iglesia de Inglaterra se convirtiera de la observancia dominical a la del sábado del séptimo día.[45]

Janet Thorngate

Brabourne se aferraba a la Biblia en cuestiones de sábado. Desde la creación hasta el Monte Sinaí, las enseñanzas y prácticas de Jesús, los apóstoles en el primer siglo, no hubo cambio en el día: Así que él luchaba para que la iglesia hiciera culto en el sábado del séptimo día.

Bryan Ball

La teología del sábado que adoptó Brabourne era cristocéntrica. Además de considerar que el sábado era un memorial de la creación, también lo consideraba como señal de la redención en Cristo.

Frank Gonz‡lez

La postura oficial de la iglesia era que el cuarto mandamiento pertenecía a la ley ceremonial que terminara con la muerte de Cristo en la cruz. Brabourne llamaba a ese tipo de razonamiento una monstruosa mixtura. Señaló que todos los Diez Mandamientos habían sido escritos en piedra por la mano de Dios, y que no había nada de ceremonial en ninguno de ellos.[46]

ÒBrabourneÓ

La ley moral, o el Decálogo, expresada por Dios y escrita con su dedo en tablas de piedra, sigue vigente hoy.[47]

Frank Gonz‡lez

Los opositores de Brabourne argüían que Cristo mismo había cambiado el día de reposo al primer día de la semana. Él replicaba que tal afirmación era “una notoria calumnia contra Cristo”. Sostenía su punto de vista señalando algo que debía haber sido evidente aun para sus adversarios, es decir, que la Biblia no contiene ningún registro de que Cristo haya dicho siquiera una palabra acerca de alterar el sábado.[48]

Brabourne afirmaba que la observancia del domingo era un error cometido por la Iglesia de Roma, arraigada en la tradición y no en las Escrituras. Otros Hombres del séptimo día concordaban con él. No tenían temor de culpar a Roma del cambio del sábado al domingo.[49] Pidieron que el Parlamento Inglés corrigiera el error.

Anunciador

“Por la presente, exhortamos que restablezcáis el santo Reposo del Señor a su día correcto” (Un Llamado a las Conciencias de los Principales Magistrados).[50]

Frank Gonz‡lez

¡Esa forma de hablar era peligrosa! Algunos Hombres del séptimo día pagaron muy caro por hablar valientemente. En 1632 el mismo Teófilo Brabourne fue arrestado y confinado a la cárcel de Gatehouse, en Londres. La corte le impuso una multa de mil libras esterlinas, el equivalente a $150.000 dólares de hoy. Lo despojaron de su licencia ministerial y ordenaron su excomunión de la Iglesia de Inglaterra. Además de todo eso, pasó un año y medio encarcelado. Pero ni las cortes ni las prisiones desviarían a Brabourne o a sus compañeros los Hombres del séptimo día de su propósito.

Bryan Ball

Jaime Ockford era un bautista que vivía en la ciudad de Salisbury. En el año 1650, escribió un libro que proponía la observancia del séptimo día, titulado La Doctrina del Cuarto Mandamiento. Uno de sus principales argumentos, según el título de su obra, era que el cuarto mandamiento había sido “deformado por el papismo”.

Frank Gonz‡lez

Un centenar de ejemplares del libro de Ockford fue confiscado por la alcaldía de Salisbury, y se envió un ejemplar al Parlamento. En cuestión de días, la Cámara de los Comunes condenó el libro argumentando que era erróneo, escandaloso y profano, y ordenó que todos los ejemplares en Inglaterra y Gales fueran quemados públicamente.[51] Ockford mismo fue excomulgado y sentenciado a prisión. En cuanto a su libro, sólo un ejemplar sobrevive hasta hoy, en la biblioteca de la Iglesia de Cristo de Oxford, Inglaterra.

Otro reformador del sábado, Francisco Bampfield, era descendiente de Sir Francis Drake, y hermano de un distinguido miembro del Parlamento. A pesar de ser uno de los más grandes predicadores ingleses de esos días, sus ideas disidentes le causaron su prisión en 1663. Fue allí, en la cárcel de Dorchester que descubrió el sábado bíblico y comenzó a observar el séptimo día. Varios presos se unieron a él.[52] Después de ser puesto en libertad, Bampfield se convirtió en el principal abogado del sábado. Fue a Londres e intentó organizar una unión de congregaciones observadoras del sábado. Diez años más tarde, en 1683, fue arrestado mientras predicaba ante su congregación en Londres. Un año más tarde murió en su celda.[53]

A pesar de las dificultades y persecuciones, el movimiento del séptimo día floreció en la Inglaterra del siglo XVII. En diversas regiones del país, numerosas congregaciones se reunían para adorar en sábado. En Woodham-Mortimer vivía uno de los Hombres del Séptimo Día más prominentes e influyentes. Médico de tres reyes y reinas de Inglaterra, Peter Chamberlen era un médico famoso y por mucho tiempo observador del sábado. Aquí vemos su lápida.

Anunciador

En cuanto a su religión, fue un cristiano que guardaba los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Fue bautizado por el año 1648, y guardó el sábado por más de 32 años.[54]

Frank Gonz‡lez

Chamberlen era un hombre enérgico y ambicioso que no temía hablar con franqueza. En 1682 dirigió una carta abierta al Lord Canciller Supremo, llamando al papa “el cuerno pequeño de la triple corona que cambia los tiempos y la ley”, haciendo referencia a una interesante profecía del libro de Daniel del Antiguo Testamento.[55]

Anunciador

“Y hablará palabras contra el Altísimo, a los santos del Altísimo quebrantará, pensará en mudar los tiempos y la ley” (Daniel 7:25).

Frank Gonz‡lez

Peter Chamberlen, junto con otros Hombres del Séptimo Día, creía que esta profecía predijo el ataque contra el sábado bíblico por el pontífice romano.[56]

¿Tendrían razón Chamberlen y los demás? Algunos críticos piensan que sus ideas eran imaginaciones de disconformistas furiosos. Por más radical que haya sido su punto de vista, los Hombres del séptimo día de la Inglaterra de los siglos XVII y XVIII comenzaron algo que perdura hasta hoy. Los Bautistas del Séptimo Día, sus descendientes espirituales inmediatos, llevaron su doctrina del sábado a través de los siglos y por el Atlántico hasta el Nuevo Mundo. Relataremos su historia cuando volvamos con la quinta parte, la última de esta producción: Un santuario en el tiempo.


[1] Kazakova, N. A., y Y. S. Lur’e, Anti-Feudal Heretical Movements in Russia (AED) [Movimientos heréticos anti-feudales en Rusia (AED)] (Moscú: Academy of Sciences, 1955), 383. Citado por Oleg Zhigankov en “The Issue of Antitrinitarianism in the Fifteenth-Century Novgorod-Moscow Movement: Analysis and Evaluation” [“La cuestión del antitrinitarianismo en el Movimiento Novgorod-Moscú del siglo XV: Análisis y evaluación”], p. 91. La frase “Día de la Resurrección” es nuestra. La palabra en el original es “Voskresenija,” palabra rusa para el primer día de la semana, el día de la resurrección de Cristo.

[2] "Ethiopia", Encyclopædia Britannica de Encyclopædia Britannica Premium Service, <http://www.britannica.com/eb/article?tocId=37706> [Leído en marzo 31, 2005].

[3] Stuart Munro-Hay, Ethiopia, the Unknown Land [Etiopía, la tierra desconocida] (Londres: I. B. Tauris Publishers, 2002) 181.

[4] Stuart Munro-Hay, Ethiopia, the Unknown Land [Etiopía, la tierra desconocida] (Londres: I. B. Tauris Publishers, 2002) 181, 182.

[5] “Catholic Eastern Churches: From the Oriental Orthodox Churches –Ethiopian Catholic Church” [“Iglesias católicas orientales: De las iglesias ortodoxas orientales –La Iglesia Católica Etíope”], Catholic Near Eastern Welfare Association [Asociación de bienestar católica del Cercano Oriente], <http://www.cnewa.org/ecc-ethiopian-catholic.htm> [Leído en diciembre 5, 2005].

[6] “Catholic Eastern Churches: From the Oriental Orthodox Churches –Ethiopian Catholic Church” [“Iglesias católicas orientales: De las iglesias ortodoxas orientales –La Iglesia Católica Etíope”], Catholic Near Eastern Welfare Association [Asociación de bienestar católica del Cercano Oriente], <http://www.cnewa.org/ecc-ethiopian-catholic.htm> [Leído en diciembre 5, 2005].

[7] Calvin E. Shenk en “Reverse Contextualization: Jesuit Encounter with the Ethiopian Orthodox Church” [“Contextualización invertida: El encuentro jesuítico con la Iglesia Ortodoxa Etíope”], Direction: A Mennonite Brethren Forum [Dirección: Foro de la hermandad menonita], vol. 28, No. 1, 88-100.

[8] "Inquisition" [“Inquisición”], Encyclopædia Britannica de Encyclopædia Britannica Premium Service, <http://www.britannica.com/eb/article?tocId=9042485> [Leído en abril 3, 2005].

[9] "Isabella I", The Columbia Electronic Encyclopedia. © 1994, 2000-2005, on Infoplease. © 2000–2005 Pearson Education, publishing as Infoplease. <http://www.infoplease.com/ce6/people/A0825544.html> [Leído en abril 3, 2005].

[10] Cecil Roth: “The Religion of the Marranos” [“La religión de los marranos”], The Jewish Quarterly Review [La revista trimestral judía], vol. XXLL, No. 21, July 1931, p. 21.

[11] “The Inquisition and the Reformers at Seville” [“La Inqusición y los Reformadores en Sevilla”], Cambridge Modern History: The Reformation [Historia moderna de Cambridge: La Reforma] (Cambridge: Cambridge University Press, 1911), vol. 2, cap. 12, <http://www.uni-mannheim.de/mateo/camenaref/cmh/cmh212.html>#406 [Leído en abril 7, 2005].

[12] Constantino Ponce de la Fuente, Doctrina Cristiana en que está comprendida toda la información que pertenece al hombre que quiere servir a Dios (Antwerp: Juan Steelsio, 1554), folio 264. Citado en Veloso, M. “The Reformation in Seville, 1530 – 1560” [“La Reforma en Sevilla, 1530 – 1560”], (tesis de maestría, Andrews University, 1972), p. 95.

[13] Constantino Ponce de la Fuente, Doctrina Cristiana en que está comprendida toda la información que pertenece al hombre que quiere servir a Dios (Antwerp: Juan Steelsio, 1554) 64, 65. Citado en Veloso, M. “The Reformation in Seville, 1530 – 1560” [“La Reforma en Sevilla, 1530 – 1560”], (tesis de maestría, Andrews University, 1972), p. 143.

[14] Constantino Ponce de la Fuente, Doctrina Cristiana en que está comprendida toda la información que pertenece al hombre que quiere servir a Dios (Antwerp: Juan Steelsio, 1554), p. 66. Citado en Veloso, M. “The Reformation in Seville, 1530 – 1560” [“La Reforma en Sevilla, 1530 – 1560”], (tesis de maestría, Andrews University, 1972), p. 143, 144.

[15] Constantino Ponce de la Fuente, Suma de Doctrina Cristiana: Sermón de Nuestro Redentor en el Monte: Catezimo Cristiano: Confesión del pecador. Cuatro libros compuestos por el Doctor Constantino Ponce de la Fuente. (Reformistas Antiguos Españoles, vol XIX, ed. Luis de Usóz y Ríos.) Madrid, 1858. Citado en Veloso, M. “The Reformation in Seville, 1530 – 1560” [“La Reforma en Sevilla, 1530 – 1560”], (tesis de maestría, Andrews University, 1972), p. 145.

[16] Mario Veloso, “The Reformation in Seville, 1530 – 1560” [“La Reforma en Sevilla, 1530 – 1560”], (tesis de maestría, Andrews University, 1972), p. 102.

[17] "The Inquisition and the Reformers at Seville", Cambridge Modern History: The Reformation [Historia moderna de Cambridge: La Reforma] (Cambridge: Cambridge University Press, 1911), vol. 2, cap. 12, <http://www.uni-mannheim.de/mateo/camenaref/cmh/cmh212.html#406> [Leído en abril 7, 2005].

[18] William Harris Rule, History of the Inquisition [Historia de la Inquisición] (London: Wesleyan Conference Office, 1868) 99.

[19] Mario Veloso, “The Reformation in Seville, 1530 – 1560”, [La Reforma en Sevilla, 1530 – 1560”], (tesis de maestría, Andrews University, 1972).

[20] "Gama, Vasco da, 1er Conde Da Vidigueira", Encyclopædia Britannica de Encyclopædia Britannica Premium Service, <http://www.britannica.com/eb/article?tocId=2568> [Leído en abril 3, 2005].

[21] “St. Francis Xavier” [“San Francisco Xavier”], The Catholic Encyclopedia [Enciclopedia católica], vol. VI, Robert Appleton Company, 1909. Online Edition Copyright © 2003 by Kevin Knight [Accessed April 3, 2005]; “Xavier, Saint Francis.” Encyclopædia Britannica from Encyclopædia Britannica Premium Service, <http://www.britannica.com/eb/article?tocld=8050> [Leído en abril 3, 2005].

[22] António José Saraiva, The Marrano Factory: The Portuguese Inquisition and Its New Christians 1536 – 1765 [El taller marrano: La inquisición portuguesa y sus nuevos cristianos, 1536-1765], traducido, revisado y añadido por H. P. Salomon e I. S. D. Sassoon ( Boston: Brill, 2001), Apéndice 4.

[23] Anant Kabka Priolkar, The Goa Inquisition [La inquisición de Goa] (Bombay: Priolkar, 1961) 93.

[24] Charles Dellon, An Account of the Inquisition of Goa [Relato de la Inquisición en Goa] (Hull: Joseph Simmons, 1812) 111, 149, 150.

[25] Charles Dellon, An Account of the Inquisition of Goa [Relato de la Inquisición en Goa] (Hull: Joseph Simmons, 1812) 156-160.

[26] Gabriel Dellon, An Account of the Inquisition of Goa [Relato de la Inquisición en Goa] (Boston: Baldwin, Cradock & Sons, 1815) 64, 65.

[27] Esta fecha de la primera edición francesa se da en la primera página de una reimpresión de la traducción al inglés, impreso por Joseph Simmons, Queen Street, Hull, en 1812 para I. Wilson, Lowgate.

[28] Giuseppe Mansi, Sacrorum Consiliorum, vol. 33, columnas 529-530. Nuestro librero presenta una paráfrasis de las palabras de Gaspare del Fosso.

[29] Giuseppe Mansi, Sacrorum Consiliorum, vol. 33, columnas 529-530. Véase lo anterior.

[30] Andreas Carlstadt, Von dem Sabbat und gebotten feyer Tagen, citado en la tesis presentada al profesorado del Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día, “The Teaching of Andreas Bodenstein von Carlstadt on the Seventh Day Sabbath” [“La enseñanza de Andreas Bodenstein von Carlstadt sobre el reposo del séptimo día”] por R. Willard Wentland, julio, 1947, p. 29.

[31] Daniel Liechty, Sabbatarianism in the Sixteenth Century [El sabatarianismno en el siglo XVI] (Berrien Springs, Michigan: Andrews University Press, 1993) 35, 36; Hasel, G., “Sabbatarian Anabaptists of the Sixteenth Century” [Anabaptistas sabatarianos del siglo XVI”], Andrews University Seminary Studies, 5, no. 2 (1967): 114, 115.

[32] Daniel Liechty, Andreas Fischer and the Sabbatarian Anabaptists, no. 29 of Studies in Anabaptist and Mennonite History [ Andreas Fischer y los anabaptistas sabatarianos, no. 29 de Estudios sobre la Historia Anabaptista y Mennonita ] (Scottdale, Pennsyvania: Herald Press, 1988) 74, 75.

[33] Daniel Liechty, Andreas Fischer and the Sabbatarian Anabaptists, no. 29 of Studies in Anabaptist and Mennonite History [ Andreas Fischer y los anabaptistas sabatarianos, no. 29 de Estudios sobre la Historia Anabaptista y Mennonita ] (Scottdale, Pennsyvania: Herald Press, 1988) 75, 77.

[34] Daniel Liechty, Andreas Fischer and the Sabbatarian Anabaptists, no. 29 of Studies in Anabaptist and Mennonite History [ Andreas Fischer y los anabaptistas sabatarianos, no. 29 de Estudios sobre la Historia Anabaptista y Mennonita ] (Scottdale, Pennsyvania: Herald Press, 1988) 77.

[35] Daniel Liechty, Andreas Fischer and the Sabbatarian Anabaptists, no. 29 of Studies in Anabaptist and Mennonite History [ Andreas Fischer y los anabaptistas sabatarianos, no. 29 de Estudios sobre la Historia Anabaptista y Mennonita ] (Scottdale, Pennsyvania: Herald Press, 1988) 77.

[36] Daniel Liechty, Andreas Fischer and the Sabbatarian Anabaptists, no. 29 of Studies in Anabaptist and Mennonite History [ Andreas Fischer y los anabaptistas sabatarianos, no. 29 de Estudios sobre la Historia Anabaptista y Mennonita ] (Scottdale, Pennsyvania: Herald Press, 1988) 84.

[37] Jessica A. Browner, “Wrong Side of the River: London's disreputable South Bank in the sixteenth and seventeenth century” [“El lado malo del río: La desacreditada ribera sur de Londres en los siglos XVI y XVII”], Essays in History [Ensayos sobre historia], vol. 36, 1994, publicado por el Departamento Corcoran de Historia en University of Virginia, pp.64-66, <http://etext.lib.virginia.edu/journals/EH/EH36/browner1.html> [Leído en abril 10, 2005].

[38] Jessica A. Browner, “Wrong Side of the River: London's disreputable South Bank in the sixteenth and seventeenth century” [“El lado malo del río: La desacreditada ribera sur de Londres en los siglos XVI y XVII”], Essays in History [Ensayos sobre historia], vol. 36, 1994, publicado por el Departamento Corcoran de Historia en University of Virginia, p. 66, <http://etext.lib.virginia.edu/journals/EH/EH36/browner1.html> [Leído en abril 10, 2005].

[39] "Sports, Book of" Encyclopædia Britannica de Encyclopædia Britannica Premium Service, <http://www.britannica.com/eb/article?tocId=9069223> [Leído en abril 10, 2005]. Véase también, David S. Katz, Sabbath and Sectarianism in Seventeenth-Century England, vol. 10 of Brill’s Studies in Intellectual History [El sábado y el sectarianismo en la Inglaterra del siglo XVII, vol 10 de Estudios de Brill sobre Historia intelectual], (New York: E. J. Brill, 1988) 6.

[40] Bryan Ball, The Seventh-Day Men [Los hombres del séptimo día] (Oxford: Clarendon Press, 1994) 55-56.

[41] Bryan Ball, The Seventh-Day Men [Los hombres del séptimo día] (Oxford: Clarendon Press, 1994) 55-56; Don Sanford, A Choosing People: The History of the Seventh Day Baptists [ Pueblo escogido: La historia de los bautistas del séptimo día], (Nashville: Boardman Press, 1992) 51.

[42] Bryan Ball, The Seventh-Day Men [Los hombres del séptimo día] (Oxford: Clarendon Press, 1994) 62.

[43] Basado en el Discourse upon the Sabbath Day [Discurso sobre el día sábado] de Theophilus Brabourne, p. 75, según cita Bryan Ball, The Seventh-Day Men [Los hombres del séptimo día] (Oxford: Clarendon Press, 1994) 69.

[44] Bryan Ball, The Seventh-Day Men [Los hombres del séptimo día] (Oxford: Clarendon Press, 1994) 70.

[45] Bryan Ball, The Seventh-Day Men [Los hombres del séptimo día] (Oxford: Clarendon Press, 1994) 6, 63; Don Sanford, A Choosing People: The History of the Seventh Day Baptists [ Pueblo escogido: La historia de los bautistas del séptio día], (Nashville: Boardman Press, 1992) 53.

[46] Bryan Ball, The Seventh-Day Men [Los hombres del séptimo día] (Oxford: Clarendon Press, 1994) 73.

[47]Bryan Ball, The Seventh-Day Men [Los hombres del sŽptimo d’a] (Oxford: Clarendon Press, 1994), p. 76.

[48]Bryan Ball, The Seventh-Day Men [Los hombres del sŽptimo d’a] (Oxford: Clarendon Press, 1994), p. 71.

[49]Bryan Ball, The Seventh-Day Men [Los hombres del sŽptimo d’a] (Oxford: Clarendon Press, 1994), p. 11.

[50] Bryan Ball, The Seventh-Day Men [Los hombres del séptimo día] (Oxford: Clarendon Press, 1994) 11. Las propias palabras de la cita rezan: “Exhortamos por la presente, en lugar de Dios, que reduzcáis el santo sábado del Señor a su propio día”. La palabra “reduzcáis” significaba en el siglo XVII ”revirtáis”. (Diccionario Etimológico).

[51] Bryan Ball, The Seventh-Day Men [Los hombres del séptimo día] (Oxford: Clarendon Press, 1994) 137, 138; Don Sanford, A Choosing People: The History of the Seventh Day Baptists [ Pueblo escogido: La historia de los bautistas del séptimo día], (Nashville: Boardman Press, 1992) 58, 59.

[52] Bryan Ball, The Seventh-Day Men [Los hombres del séptimo día] (Oxford: Clarendon Press, 1994), p. 146; Don Sanford, A Choosing People: The History of the Seventh Day Baptists [ Pueblo escogido: La historia de los bautistas del séptimo día], (Nashville: Boardman Press, 1992) 70.

[53] Bryan Ball, The Seventh-Day Men [Los hombres del séptimo día] (Oxford: Clarendon Press, 1994) 119; Don Sanford, A Choosing People: The History of the Seventh Day Baptists [ Pueblo escogido: La historia de los bautistas del séptimo día], (Nashville: Boardman Press, 1992) 71.

[54] David S. Katz, Sabbath and Sectarianism in Seventeenth-Century England, vol. 10 of Brill’s Studies in Intellectual History, [El sábado y el sectarianismo en la Inglaterra del siglo XVII, vol 10 de Estudios de Brill sobre Historia intelectual], (New York: E. J. Brill, 1988) 86.

[55] Bryan Ball, The Seventh-Day Men [Los hombres del séptimo día] (Oxford: Clarendon Press, 1994) 12, 13.

[56] Bryan Ball, The Seventh-Day Men [Los hombres del séptimo día] (Oxford: Clarendon Press, 1994) 12; David S. Katz, Sabbath and Sectarianism in Seventeenth-Century England, vol. 10 of Brill’s Studies in Intellectual History, [El sábado y el sectarianismo en la Inglaterra del siglo XVII, vol 10 de Estudios de Brill sobre Historia intelectual], (New York: E. J. Brill, 1988) 84, 85.