Transcripcione Tercera

Especialistas:

Dr. David Smith, Presidente, Union College, Nebraska
Dr. Clement A. Murray, Autor
Dr. Leslie Hardinge, Historiador de Iglesia Celta
Dr. Alan MacQuarrie, Investigador de Historia escocesa, Strathclyde University, Escocia
Dr. Robert Bartlett, Historiador de Edad Media, Saint Andrews University, Escocia
Dr. George Dragas, Profesor de Doctrina e historia eclesiástica, Theological Seminary of Holy Cross, Bostón
Dr. Robert M. Johnston, Profesor del Nuevo Testamento y de los orígenes cristianos, Andrews University
Dra. Aideen O’Leary, Profesora de historia, Notre Dame University, South Bend, Indiana
Dr. Fred Berthold, hijo, Profesor emérito de religión, Dartmouth Univeristy, Hanover
Dr. Herb Samworth, Educador e investigador bíblico, Sola Scriptura, Orlando
Dra. Jill Havens, Profesora de literatura inglesa, Baylor University, Waco, Texas
Dr. Michael Mullett, Profesor de historia, Lancaster University, England


ÒPatricioÓ

“Soy Patricio, un pecador, con menos estudios, el menor de los fieles y el más despreciado por todos. Mi padre era Calpornicus, diácono, hijo de Potitus el sacerdote de la villa de Bannavem Taburniae, donde tenía una finca, y allí me tomaron cautivo.

Yo tenía dieciséis años de edad y no conocía al verdadero Dios. Me llevaron cautivo a Irlanda, junto a miles; y merecidamente, porque nos habíamos apartado de Dios y no guardábamos sus mandamientos ...” [1]

Frank Gonz‡lez

Esta es una copia de la Confesión de San Patricio – el testimonio de un hombre a menudo considerado como el irlandés más famoso de la historia. Pero los mitos y las leyendas oscurecen su verdadera identidad. ¿Era un gran misionero de Irlanda que hacía milagros? ¿Fue él quien hizo salir de la “isla esmeralda” a las serpientes? ¿Quién fue, en realidad, San Patricio?

Bienvenidos a la tercera parte de Un Santuario en el tiempo. Hoy presentamos el San Patricio histórico, un hombre muy distinto del Patricio de las leyendas y la tradición. En el proceso, veremos nuevos aspectos del prolongado esfuerzo por reemplazar el sábado bíblico por el domingo como día universal de adoración.

Patricio nació hacia fines del siglo IV, en una cultura cristiana celta. Su religión era muy diferente del cristianismo latino —o romano— que se estaba imponiendo en otras partes de la Europa occidental.

David Smith

No sabemos quiénes fueron los primeros cristianos celtas, ni quién les habrá presentado el cristianismo, ni siquiera estamos seguros cuándo empezó todo. Pero lo que sí sabemos es que ellos creyeron basados en los escritos de Patricio y de otros. Y lo que creían estaba basado en su entendimiento de las Escrituras.

Anunciador

“Contrariamente a los teólogos de la cristiandad romana, quienes acudían a las enseñanzas de la Iglesia y los concilios, los celtas recalcaban la Biblia”[2] (Leslie Harding, The Celtic Church in Britain

Frank Gonz‡lez

Esta lealtad a la Biblia era lo que separaba a los cristianos celtas de la comunidad mayoritaria, formada por los cristianos romanos. Por cuanto la Biblia era el fundamento de su fe, les era difícil aceptar la autoridad de la iglesia romana. Es que la iglesia celta se desarrolló fuera del alcance de la influencia romana. Tenía sus raíces en la iglesia que guardaba el sábado, la cual comenzó con Jesús y sus apóstoles en el primer siglo.

Clement Murray

Tomando en cuenta cómo los celtas recibieron el cristianismo, sabemos que ellos eran creyentes firmes en las Escrituras. Se esforzaban en hacer lo que la Biblia les decía. Asimismo, sabemos que ellos conocieron el cristianismo antes de que la observancia del domingo entrara en boga.[3]

Anunciador

“No hay ninguna indicación en las obras de Patricio de que él aceptara las enseñanzas de los Padres de Iglesia ni los cánones de concilios. Él acudía únicamente a las Escrituras en las cuales basar su creencia, práctica y enseñanza.”[4] (Leslie Hardinge, The Celtic Church in Britain, 29, 30).

Frank Gonz‡lez

Esta era, pues, la religi—n de Patricio: basada en la Biblia, fiel a sus ense–anzas y obediente a sus mandamientos. Esa era la religi—n que habr’a de llevar a los habitantes de Irlanda.

 

Cap’tulo 2: El verdadero Patricio

Frank Gonz‡lez

Patricio pisó por primera vez el suelo de Irlanda en calidad de cautivo. Secuestrado junto con millares de otras personas, fueron todos llevados a Irlanda y vendidos como ganado. Allí pasó Patricio seis largos años trabajando para un granjero en calidad de esclavo.

ÒPatricioÓ

“Todos los días cuidaba las ovejas y oraba mucho en el día. El amor de Dios y su temor me llenaron más y más, y mi fe se fortaleció. Lo hacía mismo aún cuando estaba en el bosque y en la montaña; y solía levantarme de madrugada para orar, en nieve, en escarcha, en lluvia.[5]

Y una noche oí en sueño una voz que me dijo: ‘Pronto irás a tu propia tierra’. Y oí nuevamente, después de algún tiempo, esa voz que me dijo: ‘Mira, tu barco está listo.’ Y no estaba cerca, sino a más de trescientos kilómetros, y nunca había estado allí, ni conocía absolutamente a nadie; pero empecé el recorrido. Dejé al hombre con quien había estado por seis años. Fui en la fortaleza de Dios, quien dirigió mi camino hacia el bien, y no sentía temor alguno, hasta que llegué al barco.” [6]

Frank Gonz‡lez

Patricio siempre creyó que su escape de Irlanda fue dirigido por una mano divina. Su propio pueblo lo recibió de nuevo, rogándole que nunca los volviera a dejar. Pero el plan de Dios para la vida de Patricio no se iba a cumplir en su propia tierra.

ÒPatricioÓ

En la noche vi en visión a un hombre llamado Victoricus, como si hubiera venido de Irlanda, trayendo muchísimas cartas. Y me dio una de ellas, y leí las primeras palabras de esa carta, diciendo: ‘La voz del irlandés…’ Y mientras leía la carta, creí oír muchas voces en ese mismo momento clamando a una sola voz: ‘Te pedimos, muchacho, ven y anda entre nosotros una vez más’.[7]

Frank Gonz‡lez

Respondiendo a los ruegos del pueblo irlandés, Patricio volvió a Irlanda. Allí, su carrera como predicador y maestro hizo que eventualmente se le considerara santo, y lo colocó entre las filas de los misioneros cristianos mejor conocidos del mundo.

Pero hay algo que no es muy conocido acerca de él: San Patricio guardaba el sábado, el séptimo día. De hecho, su reposo sabático se volvió legendario. Dos siglos después de su muerte, su biógrafo escribió que cada séptimo día, Patricio y su amigo Victórico se reunían para orar y gozar de mutuo compañerismo.[8] Algunos historiadores hasta creen que el amigo especial de Patricio era en realidad un ángel.

 

Cap’tulo 3: El s‡bado cŽltico

David Smith

No tenemos que depender sólo de los escritos o experiencias de Patricio para conocer la historia de la observancia del séptimo día en Irlanda. Las antiguas leyes irlandesas rigieron la historia de las tribus islandesas por muchos años, y esas leyes estipulaban entre otras cosas que la gente debía guardar el sábado del séptimo día.[9]

Anunciador

“Parece haber sido costumbre en las iglesias celtas de la antigüedad … guardar el sábado, el sábado judío, como un día cuando no se trabajaba … Observaban el cuarto mandamiento literalmente en el séptimo día de la semana …”[10] (James C. Moffat, The Church in Scotland, 71).

Frank Gonz‡lez

A medida que crecía la influencia de la religión romana, iba afectando gradualmente las prácticas sabáticas de algunos cristianos celtas en las Islas Británicas. Ya a comienzos del siglo sexto, no era raro que los creyentes celtas guardaran tanto el sábado como el domingo en calidad de días santos.

Así sucedía en los tiempos de un irlandés llamado Columba, el sucesor espiritual de Patricio. Columba se había graduado en una de las escuelas establecidas por Patricio. Nacido en una familia de la nobleza[11], en torno al a–o 521[12], cedi— su derecho al trono de Irlanda y se dedic— a una vocaci—n m‡s elevada.[13]

Columba estableci— su empresa misionera en la rocosa isla de Iona. El y doce amigos llegaron a ese remoto lugar navegando desde la costa occidental de Escocia en peque–os botes redondos hechos con cueros de animales.

All’ en Iona, Columba fund— una escuela de misioneros, cuyos alumnos llevaron el mensaje cristiano al territorio escocŽs y lo esparcieron por toda la Gran Breta–a.

En su doctrina, Columba se mantuvo fiel a sus ra’ces cristianas celtas. Guard— el s‡bado, sŽptimo d’a, como el d’a de reposo. Si bien se guardaba el domingo en honor de la resurrecci—n de Cristo, Columba les ense–— a sus disc’pulos a guardar el s‡bado como igualmente sagrado.[14]

Leslie Hardinge

Sus instrucciones respecto a la observancia del s‡bado eran que sus seguidores deb’an salir a las m‡rgenes de la isla Iona, meditar en la creaci—n, leer las Escrituras y alimentarse espiritualmente en ese santo d’a.[15]

Frank Gonz‡lez

Columba y sus misioneros plantaron firmemente la religi—n cristiana en Escocia. Y esa religi—n inclu’a la observancia del s‡bado. Sus conversos resistieron la creciente influencia de Roma, donde se promov’a el domingo como el d’a de culto. Columba muri— el a–o 597, pero sus creencias perduraron por siglos en la religi—n de los escoceses.

 

Capítulo 4: Margarita de Escocia

Frank Gonz‡lez

En el año 1070, Malcolm, rey de Escocia, se casó con Margarita, una joven que estaba destinada a ser más famosa que su esposo. Dejó su marca en la historia mayormente como reformadora religiosa. De hecho, más tarde la Iglesia Católica Romana la declaró santa.

Robert Bartlett

Sabemos que Margarita creció en el palacio de los piadosos reyes de Hungaria, quienes eran muy católicos; y desde la edad de siete u ocho años ella vivió en el palacio de Eduardo, el confesor de Inglaterra, quien era también muy pío y devoto católico.

Frank Gonz‡lez

En la corte inglesa, Margarita vivió bajo la influencia de los monjes benedictinos de Canterbury. Cuando las condiciones políticas hicieron que su familia no se sintiera bienvenida en Inglaterra, se trasladaron a Escocia, donde el rey se fijó en Margarita.

Robert Bartlett

Parece que Margarita pensaba hacerse monja. Según un informe, no quería casarse con Malcolm, rey de los escoceses, porque ella quería consagrarse a sí misma para ser, como ella misma decía, la novia de Cristo.

Alan MacQuarrie

El biógrafo de Margarita nos dice que ella en su niñez era muy dedicada a la iglesia y tenía interés en hacerse religiosa. [16] Pero cuando fue a Escocia y conoció a Malcolm, éste le pidió la mano para casarse pero, según su biógrafo, ella se resistía a aceptarlo, y sólo consintió a pedido de sus familiares y porque pensó que Dios le estaba dando una oportunidad para difundir su Palabra en el reino de Escocia.

Frank Gonz‡lez

Margarita consideraba que la corte escocesa era un tanto cruda y falta de refinamiento, de modo que decidió cambiar las cosas. Le dio muy mala impresión la forma como los escoceses practicaban su religión. Muchos seguían aún las doctrinas y tradiciones que Columba había llevado desde Irlanda casi cinco siglos antes. Había un aspecto de la religión popular que molestaba especialmente a la nueva reina.

Alan MacQuarrie

Cuando había llegado primero a Escocia, ella no estaba contenta con la observancia del domingo. Se enteró de que la gente seglar se ocupaba en realizar trabajos domésticos en domingo. Ellos habrían asistido a la iglesia primero, pero después se ocupaban en sus quehaceres diarios.[17] Y eso era algo que ella quería evitar.

Anunciador

“La reina insistía en la observancia única y estricta del día del Señor [domingo]. La gente y el clero obedecían, pero sin dejar por completo su reverencia por el sábado…” (James C. Moffat, The Church in Scotland).[18]

 

Capítulo 5: Ataque al sábado

Frank Gonz‡lez

La historia de los primeros siglos de la era cristiana revela un movimiento definidamente contrario al sábado del séptimo día, y favorable al domingo. Y los documentos eclesiásticos identifican inequívocamente el establecimiento religioso de Roma como su centro neurálgico. La campaña romana por reemplazar el sábado del séptimo día por el domingo recibió un poderoso impulso el año 321 de nuestra era. Ése fue el año cuando Constantino ordenó la observancia del domingo como el día autorizado por el estado. Lo raro es que, a pesar de su profesión de cristianismo, hay muy poco de cristiano en su primera ley dominical. De hecho, se parece mucho a un llamado pagano a la adoración del sol.

Anunciador

“En el venerable día del sol que descansen los magistrados y los residentes de las ciudades. Y que se cierren los talleres” (Lex Constantini, a. 321; Codex Justinianus 3.12.3). [19]

Frank Gonz‡lez

Con el trono ocupado por un emperador favorable, los líderes de la iglesia romana ganaron en poder e influencia. En sus concilios dieron pasos atrevidos para imponer la observancia del domingo y animar a los creyentes a desecrar el sábado bíblico. Algunas de sus acciones adquirieron un sabor decididamente antisemítico.

Anunciador

“Los cristianos no deben judaizar al descansar en sábado, sino más bien trabajar en ese día, honrando así el día del Señor [domingo]; y si pueden, descansando como cristianos. Si se descubre a alguno siendo judaizante, que sea anatema de Cristo” (Concilio de Laodicea, Canon 29).[20]

Frank Gonz‡lez

Sus pronunciamientos en contra de los “judaizantes” se referían a los que, como los judíos, rehusaban trabajar en sábado. Los cristianos que hicieran eso debían ser excomulgados, es decir, expulsados de la iglesia. Esta posición extrema contra el sábado, combinada con una fuerte tendencia favorable al domingo, llegó a ser un pilar de la enseñanza católica. El cambio del sábado al domingo se convirtió en una marca de autoridad católica, o papal. En el año 602, el papa Gregorio dijo que los guardadores del sábado eran el Anticristo. Los llamó “judaizantes” por su determinación de observar el séptimo día como un día de reposo y adoración.[21]

Anunciador

“Escuché que ciertos hombres de espíritu perverso han sembrado entre ustedes cosas que son falsas y opuestas a la santa fe, a tal punto de prohibir cualquier trabajo en el día sábado…” (Gregorio I, “To the Roman Citizens” [“Ser ciudadados romanos], siglo VI). [22]

Frank Gonz‡lez

Los cristianos de la ciudad de Milán se atrevieron a guardar abiertamente el sábado, sin importarles los deseos de los dirigentes de Roma.

Anunciador

“… la Iglesia de Millaine … procedía conforme a las iglesias orientales; al parecer, teniendo gran estima al sábado … Ellas [las iglesias orientales] se reunían en el día sábado para adorar a Jesucristo, el Señor del sábado” (Peter Heylyn, The History of the Sabbath [La historia del sábado]).[23]

David Smith

Por siglos, la publicidad para establecer el domingo como sustituto del sábado tuvo poco éxito. La campaña se intensificó más bien con el movimiento que amenazó dividir por completo las ramas orientales y occidentales de la cristiandad. Era un asalto directo a la naturaleza y propósito de la observancia del sábado.

Frank Gonz‡lez

¿En qué consistió este asalto directo? En un reglamento que prohibía que los cristianos tomaran alimentos en el séptimo día. En otras palabras, un ayuno sabático. Esta idea anti-judía se originó probablemente con Marción, un hereje que había sido expulsado de la iglesia en el segundo siglo de nuestra era.

George Dragas

Marción quiso desacreditar el sábado por ser símbolo de la creación. Para él, la creación era una obra mala, por un Dios malo, el del Antiguo Testamento. Él diferenciaba el Dios del Antiguo Testamento del Nuevo, un Dios de amor. La Iglesia rechazó eso, porque la creación era una obra buena y el Dios del Antiguo Testamento es el mismo que el del Nuevo. Entonces él se empeñó en cambiar la celebración del día en lamentación. Por eso inició el ayuno en sábado.

Frank Gonz‡lez

A pesar de su acción contra él, la iglesia rescató su idea del ayuno y la usó con el fin de hacer que el sábado resultara poco atractivo.

Robert Johnston

Era absolutamente contrario a lo que se enseñaba en el judaísmo, en el cual el sábado era un día de fiesta. Aún más, ayunar en sábado era quebrantar el sábado. [24] Así que de esa manera se distanciaba el cristianismo del judaísmo.

Frank Gonz‡lez

La estrategia de convertir el sábado en un día sin alimento fue muy efectiva, especialmente por cuanto el sexto día, viernes, era también un día de ayuno para muchos creyentes. En una sola generación, los jóvenes cristianos crecieron sintiendo repulsión por el sábado, el día de ayuno y depresión, y sintiéndose correspondientemente atraídos al domingo, el día de mucha comida y celebración.

Robert Johnston

Fue la Iglesia Romana que estableció el ayuno en sábado y la celebración en domingo. De hecho, en el siglo IV, el Papa Silvestre dijo que eso era bueno hacerlo, en desprecio a los judíos.

Anunciador

“Si los cristianos observan cada domingo alegremente, debido a la resurrección; entonces debido a la sepultura, cada sábado debiera ser tenido para execrar a los judíos” (Papa Silvestre, siglo IV). [25]

Frank Gonz‡lez

En otras palabras, a los cristianos se les enseñó a ayunar el sábado como expresión de su desprecio por los judíos, al punto de ser dicho ayuno una maldición contra ellos. Pero aún esta estrategia específica contra el sábado no logró sino un éxito parcial. Prominentes dirigentes de la iglesia se opusieron a ella. Hipólito, un obispo del tercer siglo, sentía que era un grave error.

Anunciador

“Inclusive algunos hoy… piden que se ayune en sábado, lo cual Cristo no ha dicho, deshonrando así el evangelio de Cristo” (Hipólito de Roma, siglo III).[26]

Frank Gonz‡lez

Hay, incluso, informes de que Agustín, uno de los padres de la Iglesia Romana de mayor influencia, salió en defensa de miembros que no guardaban el ayuno sabático.[27]

David Smith

Los dirigentes en Roma lograron finalmente imponer el ayuno en sábado a sus seguidores en el mundo cristiano occidental. Pero no se puede decir lo mismo de los del Oriente, donde la influencia ortodoxa era muy fuerte. Los cristianos orientales se resistieron, cuya noción del sábado era completamente diferente.

George Dragas

El ayuno en sábado no hace ningún sentido a los ortodoxos, porque el sábado es un día que marca dos grandes acontecimientos: La culminación de la creación y la de redención.[28]Así que el sábado es un día de doble celebración y jamás podría ser asociado con ayuno y lamento.

 

Capítulo 6: Lucha de poderes

Frank Gonz‡lez

Este asunto del ayuno sabático podría parecernos, desde nuestra posición moderna, como una tempestad en un vaso de agua. Pero se volvió parte de la lucha por el poder dentro de la iglesia, una tensión entre oriente y occidente que al final de cuentas habría de dividir el mundo cristiano, desgarrándolo en dos partes. En el año 692, el emperador Justiniano II convocó un concilio eclesiástico en Constantinopla. La reunión es conocida como el Concilio de Trullo, nombrado así por el palacio donde se reunían los obispos.[29] Ésta sería la gran oportunidad para que la iglesia oriental le asestara un golpe a la creciente influencia del papa católico de Roma.

George Dragas

El cánon cincuenta y cinco del Concilio de Trullo se basa en uno de los cánones apostólicos, el cánon sesenta y cuatro y otros cánones de los concilios locales. La norma que establecen estos cánones es que no se debe ayunar en un día festivo. El sábado es un día festivo en que se celebran dos acontecimientos: la culminación de la creación y la de redención. Así que jamás debiera asociarse con el ayuno.

Frank Gonz‡lez

Esos obispos podían escribir un millón de leyes, pero todo eso no sería más que papel entintado si no contaba con la aprobación unánime de los más altos oficiales de la iglesia. De modo que los obispos debieron enviar sus cánones a Roma para que el papa los firmara.

George Dragas

Los cánones fueron enviados al Papa porque él era el primer patriarca, el primero entre iguales, cinco patriarcas iguales, quienes constituían el liderazgo de la iglesia… Como era costumbre en los concilios, dichos cánones tenían que ser aprobados y firmados por todos, como señal de unidad de fe y orden. El Papa no los firmó porque encerraban una oposición al ayuno en sábado. Él no estaba en armonía con otras iglesias, fue por eso que no los firmó. Él fue condenado, y por tanto, el emperador tomó una acción apropiada. Lo sentenció a arresto domiciliar.

Frank Gonz‡lez

Así pues, el Concilio de Trullo no solucionó el asunto. En occidente, los cristianos siguieron ayunando. En oriente, no lo hacían. El ayuno sabático siguió siendo un tema divisivo, un símbolo de la creciente tensión entre Roma y Constantinopla.

En el año 867, Focio, Patriarca de Constantinopla y el principal rival del Papa por el poder en el mundo cristiano, invitó a sus colegas orientales a otro concilio eclesiástico.[30] Durante el concilio, acus— a toda la iglesia occidental de ser culpable de herej’a en ocho puntos.[31]

George Dragas

El Cismo Fociano entre Constantinopla y Roma giró sobre varias cuestiones. El principal asunto fue el conflicto sobre el sábado, según los documentos primarios que relatan este conflicto.

Anunciador

“Mediante el fraude y artificio, ellos procuraron desviar a la gente de la fe pura de la cristiandad, para corromperlos con sus errores.” “Les exigieron que observasen el ayuno del sábado, en contra de los cánones de la iglesia” (Encyclical of Photius [Encíclica de Focio], año 867 d.C.) [32]

Frank Gonz‡lez

En los siguientes doscientos años hubo muy poca interacción entre ambos bandos. Después, los antiguos conflictos se vieron agravados por nuevas disputas. Como monarcas rivales que se esforzaban por afianzar sus propios reinos, el Papa y el Patriarca de Constantinopla luchaban por adquirir la supremacía.

George Dragas

El principal asunto que estaba en juego en 1054 en el oriente y el occidente, fue la cuestión de la autoridad de la iglesia. El Papa impuso costumbres occidentales o romanas sobre las iglesias bizantinas en Italia. Y uno de ellos fue la observación del ayuno en el día sábado.

Frank Gonz‡lez

El papa envió a uno de sus representantes más prominentes, el cardenal Humberto, para que negociara con Miguel Cerulario, el patriarca ortodoxo. El esfuerzo no produjo fruto. Ninguno de los bandos quiso ceder por causa de la unidad cristiana. Las cosas siguieron de mal en peor. Entonces llegó el 16 de julio de 1054.

Anunciador

“Entonces, los legados del Papa, ‘habiéndose cansado de la oposición del patriarca’, como decían, optaron por la acción más insolente. En el 16 de julio, ellos se metieron a la Iglesia de Hagia Sophia y, mientras los clérigos se preparaban para el servicio sabático de la tercera hora del día, colocaron la bula de excomunión en el altar principal, a la vista de los clérigos y presentes. Saliendo de allí, ellos aún sacudieron el polvo de sus pies como un testimonio contra ellos... exclamando: ‘¡Que Dios vea y juzgue’!” [33]

Frank Gonz‡lez

Tan pronto como los legados papales se hubieron perdido de vista, el emperador ordenó que el documento de excomunión fuera quemado. Miguel Cerulario convocó entonces otro concilio, el cual expidió su propia excomunión contra la iglesia latina. Así pues, los excomulgados excomulgaron a los excomulgadores.

Capítulo 7: Decepciones

Frank Gonz‡lez

Está claro que la lealtad al sábado del cuarto mandamiento no se desvaneció fácilmente. Los esfuerzos de la Iglesia Romana por promover el domingo como alternativa, continuaron. Un subterfugio novedoso tomó la forma de una carta. . . la cual supuestamente había venido directamente del cielo.

Anunciador

“Dios ordenó que se santificara el domingo, pues Él mismo ha escrito ese mandato a los hombres, no sea que hagan trabajo servil en domingo.”[34]

Aideen OÕLeary

La misma Carta afirma haber sido escrita por Jesús. Dicen que apareció sobre el altar de San Pedro en Roma; descubierta por un sacerdote que oficiaba la misa, quien se asustó mucho por eso…

Frank Gonz‡lez

¡Una carta del cielo! ¡Pensemos en eso! ¿A quién no le gustaría tener algo así en apoyo de sus opiniones? Ésa sería un arma muy convincente para persuadir, especialmente al pueblo ignorante y supersticioso de la época medieval.

Robert Bartlett

No era fuera de común en la Edad Media que la gente apoyase sus pretensiones con cartas supuestamente caídas del cielo. ¡Nada mejor que tener el apoyo de una carta de Dios!

Aideen OÕLeary

Es difícil precisar cómo la Carta habrá llegado a Irlanda. La mejor explicación es que un monje irlandés haya ido de peregrinaje al continente, obtuvo allí la Carta de alguna manera y trajo consigo a la casa.

Frank Gonz‡lez

Nadíe lo sabe de seguro. Pero no importa cómo haya llegado, es un hecho que sabemos con toda precisión lo que decía. Todo el contenido de la carta fue preservado como parte de la ley de Irlanda.

Aideen OÕLeary

En Irlanda, la Epístola de Jesús es parte de una colección de obras sobre la observancia del domingo. Los primeros dos elementos son muy breves y hablan sobre algunos castigos. El tercer elemento es la Carta en sí. Por último está un largo tratado legal, que da detalles de lo que le sucedería en forma individual si cometiese ciertas transgresiones del domingo.

Anunciador

“Cualquier plaga o desgracia que ha caído en el mundo, se debe a la transgresión del domingo.” “Más aún, hay bestias en ciertas partes del Oriente que han sido enviadas a los hombres para tomar venganza de la transgresión del domingo” (La Epístola de Jesús). [35]

Aideen OÕLeary

Algunas amenazas en la Carta son fantasiosas y quizá espantosas. Dice que grandes bestias y langostas están tan sólo esperando tomar venganza por transgredirse el domingo. Habrá tempestades con truenos y rayos, granizadas. Habrá serpientes voladoras en el cielo. Más aún, grandes males y destrucción ocurrirán si la gente quebranta la ley dominical.

Frank Gonz‡lez

A la pueril mente medieval, esas amenazas de castigos extraordinarios deben haberle parecido aterradoras! Mejor dedicarse a la observancia del domingo que arrostrar los terrores de plagas y catástrofes sobrenaturales.

Ésta así llamada “Epístola de Jesús” apoyaba con toda claridad las decisiones de los concilios eclesiásticos y las declaraciones de los papas, pero se hallaba en conflicto directo con la ley sabática de los Diez Mandamientos.

Aideen OÕLeary

La Epístola de Jesús pertenece a la cuantiosa literatura apócrifa. Es decir, no es canónica ni es parte de la Biblia y no debiera ser creída de ninguna manera al pie de la letra.

Frank Gonz‡lez

Esta “Carta de Jesús” muestra cuán determinados estaban los líderes católicos medievales a cambiar el sábado bíblico por el domingo. En otros siglos y lugares, se usaron ardides parecidos, también apoyados en supuestos mensajes celestiales.

En el año 1200, Eustaquio de Flay, un abate francés, llegó a Inglaterra y comenzó la versión medieval de una campaña de reavivamiento religioso. Predicaba que la gente no debía comprar ni vender en domingo. Al ver que sus esfuerzos eran infructuosos, se volvió a casa, en Francia.

Robert Bartlett

En 1201, él vino de nuevo. Esta vez él estaba munido con una carta supuestamente enviada del cielo y dejada sobre el altar de San Simeón en Jerusalén, en la cual se decía que Dios mismo iba a castigar a aquellos que trabajaran o compraran y vendieran en domingo.

La tentativa de hacer cumplir la abstinencia de trabajar en domingo continuó durante la Edad Media a través de concilios ecclesiásticos, órdenes papales, ley canónica y juzgados. Y, el hecho de que se intentó continuamente hacer cumplir esa ley, significa que no se cumplía.

Cap’tulo 8: La luch por la verdad

Frank Gonz‡lez

En general, sin embargo, la Iglesia de Roma logró establecer e imponer la observancia del domingo. Después de todo, los reyes y emperadores reinaban bajo la autorización del papa, y tenían la obligación de hacer cumplir las leyes eclesiásticas. Además, excepto en unas pocas regiones, la iglesia controlaba el acceso a las Sagradas Escrituras. El ciudadano común dependía casi exclusivamente del sacerdote para el estudio y la comprensión de la Biblia y sus enseñanzas.

David Smith

Hubo lugares remotos donde las Escrituras se mantuvieron en el lenguage de la gente,[36]y y en esos lugares hubieron grupos muy valientes que se resistieron ante la autoridad de la iglesia y siguieron guardando el sábado del séptimo día.[37]

Clement Murray

En las montañas del norte de España y de Italia y en el sur de Francia, hubo grupos íntegros de individuos que se hicieron legendarios por su resistencia al poder de Roma; gente como los albigenses, los cathari, los passagini y los waldenses.[38]

Frank Gonz‡lez

Informes provenientes de esa época nos dicen que entre esos grupos había muchos que observaban el séptimo día, sábado.[39] Los oponentes acusaban a los cátaros y algunos de los waldenses, de enseñar que los cristianos debían guardar al pie de la letra la ley de Moisés. Los passaginos guardaban el sábado porque creían que éste existía aun antes del Decálogo.

David Smith

Hay un informe del siglo XII del grupo Cathari, cuatro hombres y una niña, quienes, mientras viajaban por Cologne en Francia, fueron capturados y quemados en la hoguera por no asistir a la iglesia en domingo, día del Señor.[40]

Frank Gonz‡lez

La combinación de la iglesia y el estado tenía el poder de imponer su voluntad, aun por la fuerza de las armas. No vacilaba en usar la persecución y la coerción contra los disidentes. Apareció entonces en escena Juan Wycleffe; ahora, el mundo cristiano nunca volvería a ser como antes.

 

Cap’tulo 9: Wycliffe – Campe—n de la conciencia

Fred Berthold

Juan Wycliffe nació en Yorkshire, en un pueblito llamado Hipswell, de una familia rica, en una casa feudal. Sus padres tenían suficiente dinero para enviarle a la Universidad Oxford para su educación, la cual se convirtió en su hogar definitivo, el centro de su vida, de su interés y de su influencia.

Herb Samworth

Juan Wycliffe era un hombre apasionado por la Palabra de Dios, y procuró dar a conocer esa Palabra al pueblo inglés. Amaba la Palabra de Dios a tal punto que estaba dispuesto a enfrentarse a las autoridades de la iglesia de su tiempo, aún a costo y riesgo personal.

Fred Berthold

En cuanto a la lectura personal de la Biblia, la Iglesia establecida tomó el punto de vista de que la gente ordinaria es muy tonta para hacerla. Se necesita alguien con años de educación de alto nivel para entender bien la Biblia.

Jill Havens

La jerarquía ecclesiástica se opuso a que la Biblia estuviese disponible en la lengua vernacular, para el laico, porque eso burlaría la función del sacerdote y daría cierta autoridad al laico para interpretar las Escrituras por sí mismo.

Herb Samworth

Juan Wycliffe le comprendía y respetaba a la gente. En su tiempo, toda instrucción y enseñanza religiosas se impartía a través de la iglesia instituida. Pero la iglesia instituida no estaba enseñando la Palabra de Dios a la gente.

Frank Gonz‡lez

Wycleffe pensaba que las enseñanzas de la Biblia eran suficientemente claras como para que la gente común las pudiera comprender. Si la tuvieran a su alcance, podrían decidir por sí mismos qué creer y cómo actuar.

Herb Samworth

Y yo creo que hasta cierto punto la iglesia temía eso, porque les iba a quitar el poder, la autoridad y el prestigio que gozaban en ese tiempo.

Fred Berthold

El motivo por qué Juan Wycliffe se puso a traducir la Biblia al inglés responde a su opinión de que la autoridad suprema en cuestiones de fe y conducta es la Biblia.

Jill Havens

Wycliffe fue la fuerza motriz para traducir la Biblia al inglés de los siglos XII al XV. Se le ve como el padre de ese proyecto.

Frank Gonz‡lez

Juan Wycliffe no limitó sus esfuerzos a la traducción de la Biblia. Se convirtió también en un crítico articulado y persistente de la iglesia. En su mano, la pluma llegó a ser un arma. La iglesia le proveyó amplia provisión de blancos, como cuando el Papa Inocencio III declaró que era necesario que toda la gente estuviera sujeta al obispo de Roma.

Fred Berthold

Wycliffe sintió que la autoridad papal, primero que nada, no tenía base en las Escrituras. En segundo lugar, le pareció que estaba corrompida. Había distorsionado el evangelio, había añadido muchas instituciones humanas, al parecer con el objetivo de reunir fondos para Roma; y él se opuso a esa corrupción general del sistema papal.

Fred Berthold

A Wycliffe le pareció que el Papa estaba haciendo la obra del Anticristo.

Herb Samworth

Wycliffe era visto por sus oponentes desde dos ángulos distintos: Por un lado, creo que él era muy admirado pues era profesor de teología y de filosofía en la Universidad de Oxford, y el teólogo más conocido de su tiempo.

Herb Samworth

Por otro lado, le veían como alguien peligroso.

Fred Berthold

La posición de la Iglesia Católica Romana hacia Wycliffe fue que él era el mayor hereje de todos en esos tiempos, porque el atacaba la iglesia enérgicamente como el Anticristo.

 

Cap’tulo 10: Los Lolardos

Frank Gonz‡lez

Juan Wiclef podría haber vivido una vida pacífica si se hubiera guardado sus opiniones para sí. Pero al lanzar andanada tras andanada con la lengua y la pluma, se convirtió en un estandarte alrededor del cual se congregaron otros que pensaban como él. Era un hombre carismático que atrajo a muchos leales seguidores y partidarios.

Fred Berthold

Los seguidores de Wycliffe se llamaban lolardos. Los lolardos se inspiraban en Wycliffe para distribuir la Biblia entre la gente ordinaria, la Biblia en inglés. Ellos iban por las áreas rurales, vestidos de togas rojizas, sandalias, bordón en mano y casi nada más, por toda Inglaterra.

Jill Havens

Al principio, el nombre “lolardo” sonaba irrisorio y despectivo. La palabra en sí viene del holandés “luller” que quiere decir, hablar entre dientes. Se les decía que mascullaban las palabras o eran fanáticos religiosos. Al final el nombre fue aceptado por los propios lolardos. En un lindo texto sobre la traducción de la Biblia, se dice que Jesús mismo era el gran lolardo que jamás hubo.

Herb Samworth

Una cuestión de todos los tiempos era el asunto de la autoridad. Había dos opiniones: La iglesia decía que la autoridad radicaba en ella porque era infalible y que Dios la había dado dicha autoridad. Por otro lado, los lolardos creían que Dios era la máxima autoridad a través de las Escrituras.

Con el tiempo, el movimiento lolardo se fue a la clandestinidad y al pietismo. Lo que quiero decir con esto es que estudiaban la Biblia con carácter literal, procuraban aplicarla a sus pensamientos y a sus vidas de tal manera que estuvieran en armonía con las Escrituras.

Fred Berthold

Algunos lolardos se convirtieron en sabadistas, afirmando que el culto debía hacerse en el séptimo día, conforme a las Escrituras, porque creían en la interpretación literal de la Biblia. En realidad, la única manera cómo sabemos de los lolardos como guardadores del sábado es por medio de las actas tribunales. Por ejemplo, tenemos el informe de una persona llevada a la corte, Juan Seygno, juzgado en 1402 por practicar sus creencias sabadistas. Su declaración fue que continuaría haciéndolo hasta que alguien le comprobara con las Escrituras de que él estuviera en error.

Frank Gonz‡lez

Con esa visión de las Sagradas Escrituras, no es de extrañar que entre esos lolardos hubiera quienes guardaran el sábado. [41] Fueron los precursores de muchos que volverían a descubrir el sábado durante la Reforma protestante.

 

Cap’tulo 11: La Iglisia contra la Biblia

Frank Gonz‡lez

En 1377, el Papa Gregorio XI publicó una declaración oficial acusando a Wycliffe de herejía, pero la Iglesia Romana no pudo restringir efectivamente la expansión de sus ideas.

Frank Gonz‡lez

Eran demasiado poderosas, demasiado convincentes. Una vez que llegaban a los centros educacionales de Europa, no había forma de detenerlas. Las enseñanzas de Wycliffe inspiraron ideas revolucionarias en las mentes de. . .

Frank Gonz‡lez

. . . . los primeros reformadores protestantes. Por eso los historiadores han llamado a Wycliffe “la estrella matutina de la Reforma”.

David Smith

La Iglesia de Roma atacó violentamente a los que creían que las Escrituras tenían la autoridad sobre la iglesia. Wycliffe murió de causa natural, pero muchos de sus seguidores no tuvieron esa suerte. Se desencadenó una severa persecusión, en forma efectiva, porque la Iglesia y el gobierno inglés mantenían entre sí una estrecha relación.

Michael Mullett

En los últimos siglos de la Edad Media, la relación iglesia y estado era casi íntima. Ambas instituciones se llevaban muy bien. En gran parte, los ecclesiásticos más antiguos, los obispos de la iglesia inglesa, administraban el estado a favor del rey. Por otro lado, el estado apoyaba a la iglesia, especialmente a través del decreto parlamentario de 1401, conocido como el decreto para quemar a los herejes. De esta manera el estado retribuía el favor a la iglesia y mantenía su posición exclusiva sobre los herejes minoritarios conocidos como lolardos.

Frank Gonz‡lez

A pesar de la oposición proveniente de la confederación que formaron la iglesia y el estado, las ideas de Juan Wycliffe se arraigaron en el corazón de muchos en Inglaterra, incluso algunos miembros pudientes de la nobleza.

Fred Berthold

Juan Oldcastle era uno de los nobles que tomó interés en los puntos de vista de Wycliffe. Colaboró de varias maneras, por ejemplo, con dinero y predicando él mismo los postulados de Wycliffe. Cuando eso se prohibió por un decreto parlamentario bajo prisión o pena de muerte, él continuó haciéndolo. Al final fue arrestado y quemado en la hoguera.

David Smith

Las instituciones religiosas tienen la triste historia de recurrir a la fuerza cuando les falla la persuasión. Eso es muy cierto cuando la Iglesia y el Estado se unen, tal como ocurrió con la Iglesia de Roma en la Edad Media.

Frank Gonz‡lez

Si se podía mantener la suprema autoridad de la iglesia, las enseñanzas de la Biblia podrían permanecer despreciadas y olvidadas. Pero si la Biblia llegaba a ser considerada como la sagrada fuente de doctrina y la guía legítima de la conducta cristiana, el poder de la iglesia y sus tradiciones se vería profundamente debilitado.

Y gracias a Juan Wycliffe, eso es precisamente lo que sucedió en los siglos anteriores a la Reforma protestante. A medida que crecía el conocimiento de la Biblia, aumentaba también la comprensión renovada del plan de Dios para la humanidad, como lo revela el Decálogo.

Y, desde luego, esto viene a incidir en nuestra historia del séptimo día. Una vez que la Biblia estuvo disponible en el idioma de la gente común, se estableció el escenario para el redescubrimiento del sábado bíblico, y ésa es la historia que contaremos cuando volvamos trayendo la Parte No. 4 de Un santuario en el tiempo.



[1] Patrick, The Confession of St. Patrick, and Letter to Coroticus [La confesión de San Patricio y Carta a Coroticus], trad. del latín John Skinner (Nueva York: Image, 1998).

[2] Leslie Hardinge, The Celtic Church in Britain [La Iglesia celta en Gran Bretaña] (London: S.P.C.K. for the Church Historical Society, 1972) 51.

[3] Leslie Hardinge, The Celtic Church in Britain [La Iglesia celta en Gran Bretaña], p. 78.

[4] Leslie Hardinge, The Celtic Church in Britain [La Iglesia celta en Gran Bretaña], pp. 29, 30.

[5] Patrick, The Confession of St. Patrick, and Letter to Coroticus [La confesión de San Patricio y Carta a Coroticus].

[6] Patrick, The Confession of St. Patrick, and Letter to Coroticus [La confesión de San Patricio y Carta a Coroticus].

[7]Patrick, The Confession of St. Patrick, and Letter to Coroticus [La confesi—n de San Patricio y Carta a Coroticus].

[8] Hardinge, The Celtic Church in Britain [La Iglesia celta en Gran Bretaña], p. 78. Para este pensamiento, Hardinge se refiere a A. Anscombe, "St Victricius of Rouen and St Patrick," ERIU, vol. 7, (1913): 13-17; y N. J. D. White, St. Patrick, His Writings and Life (Dublin: n.p., 1920) 109.

[9] William F. Skene, Celtic Scotland: A History of Ancient Alban [La Escocia celta: Historia del Alban antiguo], 3 vol., 2 nd ed., vol. 2 (Edinburg: David Douglas, 1886-1890) 71.

[10] James C. Moffat, The Church in Scotland, a History of its Antecedents, its Conflicts, and its Advocates, from the Earliest Recorded Times to the First Assembly of the Reformed Church [La Iglesia en Escocia, historia de sus antecedentes, sus conflictos, y sus defensores, desde los primeros registros históricos hasta el primer concilio de la Iglesia reformada] (Philadelphia: Presbyterian Board of Publication, c.1882) 140.

[11] Alexander R. Macewen, A History of the Church in Scotland [ Historia de la Iglesia en Escocia ], vol. I (London: Hodder and Stoughton, 1915) 48.

[12] “Columba, St”, Encyclopaedia Britannica, vol. VI (Chicago: R. S. Peale Company, 1892) 167.

[13] Alexander R. Macewen, A History of the Church in Scotland [ Historia de la Iglesia en Escocia ], vol. I (London: Hodder and Stoughton, 1915) 48.

[14] Alexander R. Macewen, A History of the Church in Scotland [ Historia de la Iglesia en Escocia ], vol. I (London: Hodder and Stoughton, 1915) 53. Macewen escribe: “Se ayunaba dos veces a la semana, los miércoles y los viernes, mientras que el sábado era el día de descanso (dies sabbati). No se adjudicaba ningún concepto de sábado a la expresión el Día del Señor.” Al pie de página él agrega: “No se identificaba todavía el Día del Señor como el sábado.” En la página 66 del mismo libro, Macewen cita las palabras de Columba en su último día: “… este día se llama sábado en los sagrados volúmenes, interpretado como descanso. Para mí es realmente sábado, porque es el último día de mi vida laboriosa. A la medianoche, cuando comience el venerable Día del Señor, me uniré a los antepasados.” Estas palabras confirman que Columba reconocía el sábado como un día de descanso.

[15] Leslie Hardinge, entrevista filmada en october del 2002. El Dr. Hardinge agregó el siguiente comentario: "Según Columba, el sábado... debía ser un día de descanso y sus labores debían cesar el viernes a la puesta del sol, continuando por todo el sábado, hasta la salida del sol del domingo. De manera que él consideraba ese día como día de reposo en el cual no debían trabajar."

[16] Margarita pensaba hacerse monja. La expresión “religioso” puede referirse a monje, fraile o monja. El diccionario define “religioso”: “Una persona que pertenece a la orden monástica”.

[17] Alexander R. Macewen, Church in Scotland [La Iglesia en Escocia], 158, n.7: “Los escritores patrióticos trataron de minimizar este cargo al decir que los escoceses, como Columba, tomaban su descanso sabático en sábado.” Skene, Celtic Scotland [Escocia céltica], 349: “… parece ser que seguían una costumbre cuyos rastros van hasta la Iglesia Monástica primitiva de Irlanda, según la cual hacían del sábado un día para descansar de todas sus labores…” Véase también John Mackay, The Church in the Highlands or The Progress of Evangelical Religion in Gaelic Scotland [La Iglesia en regiones altas o El progreso de la religión en la Escocia gaélica, 563-1843] (Londres; Nueva York: Hodder & Stoughton, 1914?) 48.

[18] Moffat, The Church in Scotland [La Iglesia en Escocia], p. 140.

[19] Lex Constantini a. 321 ( Codex Justinianus 3.12.3, traducido por Philip Schaff, History of the Christian Church, quinta edición (Nueva York: [np], 1902), 3:380, note 1.

[20] Nicene and Post-Nicene Fathers [Los Padres nicenos y post-nicenos] 14, serie 2, ed. Henry R. Percival (Nueva York: Charles Scribner’s Sons, 1900) 148.

[21] Gregory the Great, "Epistle I: To the Roman Citizens," en Nicene and Post-Nicene Fathers [Los Padres nicenos y post-nicenos],, Second Series, vol. xiii, p. 92.

[22] Gregory the Great, "Epistle I: To the Roman Citizens," en Nicene and Post-Nicene Fathers [Los Padres nicenos y post-nicenos], Second Series, vol. xiii, p. 92.

[23] Peter Heylyn, The History of the Sabbath [La historia del sábado], 2 vol. (Londres: Seile, 1636) 2: 73, 74.

[24] El concepto del ayuno sabático es directamente contrario a las antiguas prácticas y enseñanzas judías. El profesor Robert Johnston escribe que “se debía honrar el sábado con comida, bebida y ropa refrescante, en cumplimiento de Isaías 58:13. De acuerdo al espíritu de Nehemías 8:9-12, debía honrarse el sábado con la gratificación de un lujo extraordinario, especialmente la comida y la bebida; … y se decía: ‘el que observa la costumbre de tres comidas en sábado, está libre de tres males: el tiempo de angustia antes de la venida del Mesías, la retribución de Gehinnom y las guerras de Gog and Magog’.” En apoyo de estos comentarios, él cita las fuentes rabínicas, incluyendo: Tannith 1:6; Midrash sobre Salmo 92:3; Pesikta Rabbati 23:6, 7; Peshahim 99b; Mekilta Vayassac 5; y Shabbath 118a. Véase Robert M. Robert Johnston, “The Rabbinic Sabbath” en The Sabbath in Scripture and History [El sábado en las Escrituras y la Historia], Kenneth A. Strand, editor (Washington, DC: Review and Herald Publishing Association, 1982) 84.

[25] S. R. E. Humbert, Adversus Graecorum Calumnies 6, Pl. 143, 933, citado en Samuele Bacchiocchi, From Sabbath to Sunday [Del sábado al domingo] (Roma: The Pontifical Gregorian University Press, 1977) 194. En el pie de página # 84, Bacchiocchi comenta: “Este tratado fue compuesto en forma de una polémica en el año 1054 por el Cardenal Humberto. El Cardinal había sido enviado por el Papa León IX a principios de 1054 en calidad de nuncio papal a Constantinopla con el intento de volver a traer a los griegos a la conformidad con las prácticas religiosas de la Iglesia Romana (Latina). Pero la misión no tuvo éxito. El tratado fue compuesto como un intento ulterior para disuadir a los griegos de aferrarse a ciertas prácticas religiosas divergentes, tales como la veneración del sábado”.

[26] Hippolytus, Danielem Commentarius 4, 20, 3 GCS I, p. 234, citado en Bacchiocchi, From Sabbath to Sunday [Del sábado al domingo], p. 191.

[27] Augustine, “Epistle to Casulanus” 36, 4, Nicene and Post-Nicene Fathers [Los Padres nicenos y post-nicenos], vol. I, pp. 265, 266.

[28] “El sábado fue considerado como el memorial de la creación: ‘Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación’ (Gén. 2:3). En la tradición litúrgica de la iglesia, el sábado continúa siendo un día festivo. Éste recuenta la obra creativa de Dios, quien trajo todo a la existencia de la nada y nos recuerda de la oportunidad de compartir su vida creativa en el sábado perpetuo de Dios. Por tanto la iglesia nunca ayuna en sábado, excepto en el grande y santo sábado cuando anualmente la iglesia conmemora la sepultura de Dios en carne” (Alciviadis C. Calivas, “Orthodox Worship” [“Culto ortodoxo”], Greek Archdiocese of America [Arquidiócesis griega de América]. <http://paul.goarch.org/en/ourfaith/articles/article7118.asp> 18 de diciembre del 2002.

[29] Nicene and Post-Nicene Fathers [Los Padres nicenos y post-nicenos], (Second Series), vol. XIV, p. 356.

[30] Philip Schaff, History of the Christian Church [Historia de la Iglesia Cristiana], vol. 4, p. 314.

[31] Philip Schaff, History of the Christian Church [Historia de la Iglesia Cristiana], vol. 4, p. 314.

[32] M. L’Abbe Jager, Histoire de Photius, Patriache de Constantinople [Historia de Focio, Patriarca de Constantinopla] (Louvain: Chez C. J. Fonteyn Libraire-Editeur, 1845) 141.

[33] Citado en V. Potapov, “Orthodoxy and Heterodoxy,” cibernética de la Catedral ortodoxa rusa San Juan Bautista, Washington, DC, cap. IV, <http://www.stjohndc.org/russian/english.htm> [Leído en diciembre 1, 2005].

[34] ERIU – The Journal of the School of Irish Learning [ERIU – Revista del instituto de aprendizaje irlandés, vol 2, ed. Kuno Meyer and John Strachan (Dublin: School of Irish Learning, 1905) 201.

[35] Citado en ERIU – The Journal of the School of Irish Learning [ERIU – Revista del instituto de aprendizaje irlandés], p. 193.

[36] James A. Wylie, History of the Waldenses [Historia de los waldenses] ( Washington, DC: Review and Herald Publishing Association) 18.

[37] Por ejemplo, véase Philip Shaff, History of the Christian Church [Historia de la Iglesia Cristiana], vol. 5: 488; J.N. Andrews y L. R. Conradi, History of the Sabbath and the First Day of the Week [Historia del sábado y del primer día de la semana], 4 th ed. (Washington, DC: Review and Herald Publishing Association, 1912) 547, 548. 8.

[38] Por ejemplo, véase Peter Allix, Some Remarks upon the Ecclesiastical History of the Ancient Churches of the Piedmont [Algunas observaciones sobre la historia eclesiástica de las iglesias antiguas de Piedmont] (Oxford: Clarendon Press, 1821) 226, 227; Peter Allix, Some Remarks upon the Ecclesiastical history of the Ancient Churches of the Albigenses [Algunas observaciones sobre la historia eclesiástica de las iglesias antiguas de los albigenses] (Oxford: Clarendon Press, 1821) 130, 198.

[39] Como ejemplos, véase Philip Schaff, History of the Christian Church [Historia de la Iglesia Cristiana], vol. 5, p. 488; Andrews and Conradi, History of the Sabbath and the First Day of the Week [Historia del sábado y del primer día de la semana], 4 th ed., pp. 547-8.

[40] E. B. Elliott, Horae Apocaltypicae, vol. 2 (London: Seeley, Jackson, and Halliday, 1862) 291.

[41] Ball, Seventh-Day Men [Los hombres del séptimo día] (Oxford: Clarendon Press, 1994) 32-34; James Gairdner and James Spedding, Studies in English History [Estudios sobre la historia inglesa] (Edinburgh: David Douglas, 1881), p. 296.